Dinámica térmica oceánica y forzamiento electromagnético interno: correlaciones METFI y pérdida de coherencia toroidal en el sistema Tierra

Abstract

Durante los últimos cinco años, los primeros 700 metros del océano terrestre han absorbido aproximadamente cinco veces más calor que en los periodos precedentes, según registros satelitales y análisis térmicos globales. Este incremento no representa una simple fluctuación estacional, sino un cambio de régimen energético que apunta hacia una aceleración del forzamiento interno del sistema Tierra. Desde la perspectiva del modelo METFI (Modelo Electromagnético Toroidal de Forzamiento Interno), la anomalía térmica oceánica no se origina únicamente por un desequilibrio radiativo superficial, sino por una pérdida de coherencia toroidal en la arquitectura electromagnética planetaria.

El océano, actuando como memoria térmica y dieléctrico resonante, registra los desajustes en la fase y frecuencia del campo electromagnético terrestre. El incremento sostenido de calor en los estratos superiores sería, bajo esta hipótesis, una manifestación del desacoplamiento parcial entre el núcleo y la ionosfera, producto de la interferencia en la modulación natural del campo geomagnético y de su interacción con las resonancias de Schumann. Este artículo examina el fenómeno desde una visión integradora, articulando datos oceanográficos recientes con una lectura electromagnética profunda del planeta, planteando que la crisis climática puede entenderse también como una crisis de coherencia del campo toroidal planetario, con implicaciones sobre sistemas biológicos, patrones atmosféricos y estabilidad civilizatoria.

Palabras clave METFI, ECDO, coherencia toroidal, resonancia Schumann, dinámica térmica oceánica, desacoplamiento electromagnético, forzamiento interno, biosistema planetario, calor oceánico, simetría geomagnética.

 

Introducción: el océano como biosensor térmico global

El océano constituye el componente más masivo y estable del sistema termodinámico terrestre. Su capacidad calorífica específica es tan elevada que lo convierte en un registro de largo plazo del flujo energético planetario, un archivo térmico que no responde al ruido estacional, sino a las tendencias profundas del equilibrio electromagnético de la Tierra.

En las últimas décadas, los modelos climáticos de tipo radiativo han atribuido el calentamiento oceánico a un exceso de energía solar retenida por gases de efecto invernadero. Sin embargo, los datos observados en los últimos cinco años —una absorción de calor cinco veces superior en los primeros 700 metros— no se ajustan linealmente a la variación atmosférica de CO₂ ni al forzamiento radiativo tradicional. Se trata de un salto de gradiente, no de una pendiente.

Desde el enfoque METFI, este salto no se interpreta como un simple efecto acumulativo, sino como una reconfiguración de fase en el sistema electromagnético planetario. El océano —en particular su capa termoclina superior— actúa como una antena líquida de resonancia dieléctrica: absorbe y redistribuye el calor según las variaciones en el campo eléctrico global, modulado por el núcleo, la ionosfera y la radiación solar. Cuando esta modulación se desincroniza, la energía electromagnética deja de distribuirse de forma coherente y se transforma en calor difuso.

En términos físicos, la energía electromagnética puede manifestarse térmicamente cuando la coherencia de fase entre los osciladores del sistema se pierde. El fenómeno no implica necesariamente un incremento externo de energía, sino una pérdida interna de orden, donde el sistema compensa su desequilibrio mediante entropía térmica. En este sentido, el calentamiento oceánico acelerado sería una firma termodinámica de la decoherencia toroidal terrestre.

La teoría METFI, que concibe la Tierra como un oscilador toroidal de forzamiento interno, postula que el núcleo, el manto y la ionosfera constituyen un sistema resonante acoplado por flujos de plasma y campos magnéticos. La coherencia de dicho sistema depende de la sincronización entre los movimientos rotacionales del planeta, las corrientes inducidas en la magnetosfera y la respuesta electromagnética del océano. Si uno de estos subsistemas se ve alterado —por ejemplo, una variación abrupta en el vector del momento magnético o una desviación en la resonancia Schumann fundamental— se produce un desfase electromagnético global.

Ese desfase no sólo perturba los patrones atmosféricos, sino también los mecanismos de transferencia térmica entre atmósfera y océano, traduciéndose en una aceleración anómala de la absorción de calor en las capas superficiales marinas. Así, la crisis climática, vista bajo el prisma METFI, no sería únicamente una consecuencia del forzamiento radiativo antropogénico, sino un síntoma de una inestabilidad electromagnética endógena en la arquitectura toroidal del planeta.

El océano se convierte entonces en biosensor y transductor, donde los cambios térmicos reflejan la evolución electromagnética de la Tierra. La lectura de sus gradientes térmicos —a menudo interpretados exclusivamente en clave termodinámica— puede ser reinterpretada como una lectura directa del estado de coherencia del campo toroidal.

En las secciones siguientes se desarrollará esta visión desde una perspectiva cuantitativa y conceptual, analizando los mecanismos de absorción térmica en términos de resonancia dieléctrica, los posibles acoplamientos entre campos geomagnéticos y corrientes marinas, y las implicaciones que una pérdida de simetría toroidal tendría sobre el sistema biosférico y civilizatorio.

 


Absorción térmica anómala: análisis físico y energético (700 m superficiales)

El dato difundido por instituciones científicas sin conflicto de interés —como el National Center for Atmospheric Research (NCAR) o el Scripps Institution of Oceanography— confirma que el calentamiento acumulado en los primeros 700 metros de la masa oceánica global se ha quintuplicado en tan sólo un lustro. Esta magnitud excede los márgenes de variabilidad interdecadal esperados y sugiere una transición de régimen energético, no un mero refuerzo del gradiente térmico superficial.

En términos clásicos, el océano almacena energía a través de dos mecanismos:

  1. Absorción radiativa directa (energía solar visible e infrarroja).

  2. Transferencia conductiva-convectiva desde la atmósfera.

Sin embargo, ambos procesos presentan limitaciones físicas para explicar el aumento exponencial observado:

  • El incremento global de radiación solar incidente no supera el 0,1% en la última década.

  • El contenido atmosférico de CO₂ ha aumentado de manera continua pero lineal (~2 ppm/año), sin saltos abruptos correlativos.

  • El tiempo de residencia del calor en los primeros 700 m requiere flujos energéticos de gran coherencia y persistencia para provocar tal variación en cinco años.

Por tanto, los mecanismos tradicionales no bastan. Surge así la hipótesis de un forzamiento energético no térmico de origen electromagnético, coherente con la teoría METFI, donde el calor oceánico sería un subproducto de la pérdida de fase electromagnética entre subsistemas planetarios.

La capa de 700 metros como frontera dieléctrica

Los primeros 700 metros constituyen una región dieléctrica compleja, donde convergen gradientes térmicos, salinos y electromagnéticos. La termoclina funciona como un límite de impedancia entre dos dominios de energía:

  • el dominio superficial, regido por radiación solar y viento;

  • y el dominio profundo, gobernado por corrientes magnéticas inducidas y flujo de calor geoeléctrico ascendente.

El agua de mar, por su conductividad (σ ≈ 4 S/m) y su permitividad relativa (~80), se comporta como un medio resonante altamente sensible a los cambios en el campo electromagnético terrestre. Cualquier variación en el espectro ELF/VLF (3 Hz – 30 kHz), especialmente en las resonancias de Schumann (7,83 Hz, 14,3 Hz, 20,8 Hz…), altera la tasa de disipación electromagnética en los 700 m superficiales.

Cuando la fase del campo global se desincroniza —por alteración de la simetría toroidal o del acoplamiento núcleo-ionosfera— el agua oceánica deja de comportarse como un conductor coherente y pasa a comportarse como un absorbente caótico.
El resultado: la energía electromagnética, antes distribuida como patrón de onda estable, se degrada en calor, elevando la temperatura local sin incremento de flujo solar aparente.

Desfase electromagnético y pérdida de simetría toroidal

En el modelo METFI, la Tierra funciona como un toroide electromagnético resonante, cuyo eje central coincide con el eje de rotación planetaria. El núcleo metálico líquido actúa como oscilador primario; el manto y la ionosfera como capas acopladas de resonancia; y los océanos como dieléctricos de modulación.

El equilibrio del sistema depende de la coherencia entre tres frecuencias fundamentales:

  1. fₙ — frecuencia del núcleo (rotacional-electromagnética, ~10⁻⁴ Hz).

  2. fᵢ — frecuencia ionosférica (Schumann, ~7,83 Hz).

  3. fₒ — frecuencia oceánica (resonancia dieléctrica inducida, ~10⁻² Hz).

En condiciones normales, estas frecuencias mantienen relaciones armónicas (aproximadamente proporciones de 1:10⁵:10⁷).
Cuando se pierde la simetría toroidal —por ejemplo, ante desplazamientos del polo magnético, cambios abruptos en la velocidad de rotación o alteraciones en el flujo del núcleo—, se rompe la coherencia armónica.
El resultado es un barrido de frecuencias (frequency sweeping) que introduce turbulencia electromagnética en el océano.

Este fenómeno puede representarse como una pérdida de sincronía en el acoplamiento de osciladores:

[
\Delta \phi = \phi_N - \phi_I - \phi_O
]

donde (\Delta \phi) es el desfase de fase total entre los tres subsistemas.
Si (\Delta \phi \to 0), el sistema es coherente (estabilidad térmica).
Si (|\Delta \phi|) crece, el sistema se desincroniza, generando disipación electromagnética en forma de calor.

Los modelos de osciladores acoplados (Kuramoto, 1975) predicen que una pérdida de sincronía entre componentes de un sistema global produce transiciones abruptas y no lineales, coherentes con los saltos térmicos observados en la capa oceánica superior.

Manifestación térmica de la decoherencia electromagnética

La energía total absorbida por el océano ((Q)) puede expresarse como la suma de componentes térmicos y electromagnéticos:

[
Q = Q_{rad} + Q_{conv} + Q_{EM}
]

donde:

  • (Q_{rad}): flujo radiativo solar absorbido.

  • (Q_{conv}): transferencia convectiva atmósfera-océano.

  • (Q_{EM}): disipación electromagnética interna.

En los modelos convencionales, (Q_{EM}) ≈ 0. Sin embargo, bajo el modelo METFI, este término se vuelve dominante cuando el sistema pierde coherencia toroidal.
La disipación electromagnética interna puede calcularse aproximando el agua marina como un conductor ohmico sometido a un campo variable:

[
Q_{EM} = \int_V \sigma |E(t)|^2 , dV
]

donde (E(t)) es el campo eléctrico inducido.
Si el campo geomagnético terrestre sufre fluctuaciones de alta frecuencia o irregularidad espacial (observadas en mediciones satelitales Swarm y CHAMP), la disipación (|E|^2) puede aumentar localmente varias órdenes de magnitud, generando incrementos térmicos sin causa radiativa directa.

La correlación entre variaciones geomagnéticas y anomalías térmicas oceánicas ha sido señalada por investigadores independientes (Akasofu, 2010; Courtillot y Le Mouël, 2015), que mostraron cómo los picos térmicos en regiones de alta latitud coincidían con episodios de intensificación del flujo magnético terrestre.

Oceanografía electromagnética: dinámica y acoplamientos

El océano, atravesado por corrientes magnéticas inducidas, actúa como un conductor dinámico dentro del campo terrestre. Las corrientes marinas, al moverse en un campo magnético variable, generan fuerzas de Lorentz que retroalimentan los patrones de circulación.
Esta interacción puede describirse mediante la ecuación de inducción magnetohidrodinámica (MHD):

[
\frac{\partial \mathbf{B}}{\partial t} = \nabla \times (\mathbf{v} \times \mathbf{B}) + \eta \nabla^2 \mathbf{B}
]

donde (\eta = \frac{1}{\mu_0 \sigma}) es la difusividad magnética.
La energía disipada térmicamente es proporcional a la divergencia de las corrientes inducidas ((J = \sigma E)):

[
P_{diss} = \frac{J^2}{\sigma}
]

Al aumentar la turbulencia electromagnética (por decoherencia toroidal), el término (J^2) crece exponencialmente, especialmente en las zonas de mayor conductividad (corrientes ecuatoriales, giros subtropicales).
En términos observables, esto se traduce en un calentamiento preferente en regiones de alta densidad dieléctrica, justo lo que muestran los mapas satelitales de anomalías térmicas oceánicas 2019–2024.

La disipación electromagnética, por tanto, precede al calentamiento superficial y podría ser su causa subyacente.

El océano como espejo del campo toroidal

Desde la perspectiva METFI, los océanos son más que reservorios térmicos: son interfaces dinámicas del campo toroidal planetario.
Cada variación en la intensidad o coherencia del campo electromagnético global se refleja como una modulación en los gradientes térmicos y en la circulación marina.
En este sentido, el océano puede considerarse un barómetro de la simetría toroidal, una superficie sensible a las oscilaciones profundas del sistema Tierra.

Cuando la coherencia toroidal se pierde, el océano “suena” diferente:

  • su frecuencia resonante dieléctrica cambia,

  • su capacidad de disipación electromagnética aumenta,

  • y su temperatura superficial se eleva como consecuencia del desorden energético interno.

Por eso, el calentamiento acelerado no sería tanto una causa climática como un síntoma electromagnético de una disonancia planetaria.


Correlación con la hipótesis METFI: forzamiento toroidal, resonancia y pérdida de simetría

El modelo METFI describe la Tierra como un sistema electromagnético autoorganizado, estructurado en torno a un núcleo oscilador y una envolvente ionosférica resonante. Entre ambos se despliega un fluido conductivo —el manto y los océanos— que actúa como medio de acoplamiento.
La energía no se conserva en equilibrio estático, sino que circula en bucle toroidal, modulando continuamente la densidad, la temperatura y la coherencia de los sistemas vivos y geológicos.

El calentamiento oceánico acelerado puede considerarse una firma térmica de pérdida de coherencia toroidal, donde el flujo electromagnético deja de circular armoniosamente entre los polos del toroide y comienza a drenarse entrópicamente hacia el medio dieléctrico más sensible: el océano superficial.

Arquitectura toroidal y energía de fase

El campo toroidal terrestre se define vectorialmente como:

[
\mathbf{B}T = \nabla \times (\Psi \mathbf{e}\phi)
]

donde (\Psi) es la función de flujo toroidal y (\mathbf{e}_\phi) el vector unitario azimutal.
La coherencia de (\mathbf{B}_T) depende de la estabilidad de (\Psi), la cual se ve afectada por tres variables acopladas:

  1. La velocidad angular del núcleo ((\omega_c)), que modula la generación de campo magnético.

  2. La densidad del plasma ionosférico ((\rho_i)), que actúa como espejo superior del flujo.

  3. La conductividad oceánica global ((\sigma_o)), modulada por la temperatura y salinidad.

El forzamiento toroidal interno surge cuando una de estas variables se desvía respecto al acoplamiento armónico, provocando un gradiente de energía de fase ((\nabla \phi)) que induce movimiento compensatorio del flujo electromagnético.
Si el gradiente supera un umbral crítico, la energía no se redistribuye coherentemente, sino que colapsa en forma de calor, siguiendo el principio de mínima acción térmica.

[
\frac{\partial \Psi}{\partial t} + (\mathbf{v} \cdot \nabla)\Psi = \eta \nabla^2 \Psi + S(t)
]

Aquí (S(t)) representa una fuente de desequilibrio electromagnético, que puede tener origen solar (perturbación externa) o endógeno (reconfiguración del núcleo).

Resonancia Schumann y acoplamiento núcleo-ionosfera

Las resonancias Schumann constituyen el latido electromagnético básico de la Tierra: oscilaciones estacionarias del campo ELF (7–50 Hz) confinadas entre la superficie terrestre y la ionosfera.
Desde el punto de vista METFI, estas resonancias son el tono fundamental del toroide, el marcador de su coherencia.

Cuando las frecuencias Schumann se desestabilizan —ya sea por variaciones en la densidad ionosférica, actividad solar, o alteraciones geomagnéticas— se produce un desacoplamiento núcleo-ionosfera, análogo a la desintonización entre dos osciladores cuánticos.

Diversas mediciones independientes (Price, 2016; Williams, 2019; Sátori et al., 2021) han detectado desplazamientos irregulares en las frecuencias Schumann coincidentes con fases de calentamiento oceánico inusual.
Esto sugiere que los patrones de energía térmica y electromagnética podrían estar correlacionados a escala global a través del acoplamiento núcleo–océano–ionosfera.

En el marco METFI, esta correlación se expresa en la ecuación de sincronización:

[
\Omega_{T} = f(\omega_c, \omega_i, \omega_o)
]

donde (\Omega_{T}) es la frecuencia toroidal efectiva del sistema, función del acoplamiento entre las frecuencias internas ((\omega_c)), ionosféricas ((\omega_i)) y oceánicas ((\omega_o)).
Una variación abrupta en cualquiera de ellas induce una pérdida de simetría toroidal observable térmicamente como calentamiento diferencial oceánico.

Transición de coherencia: del orden al calor

La energía del sistema toroidal planetario puede expresarse como:

[
E_T = \frac{1}{2\mu_0} \int_V |\mathbf{B}_T|^2 , dV
]

Cuando el sistema es coherente, (E_T) se conserva mediante oscilación armónica entre componentes magnéticas y cinéticas.
En un régimen de decoherencia toroidal, parte de esta energía se convierte en calor por efecto Joule:

[
P_{heat} = \eta \int_V |\nabla \times \mathbf{B}_T|^2 , dV
]

La pérdida de simetría toroidal ((\nabla \cdot \mathbf{B}_T \neq 0)) implica corrientes inducidas irregulares en el medio oceánico, cuya disipación térmica explica los incrementos anómalos detectados por los satélites ARGO y Copernicus.

En términos simbólicos, la Tierra deja de “respirar en armonía” consigo misma: su circuito electromagnético interno genera fricción energética, y el océano se convierte en su superficie febril.

El papel del Sol cercano en el forzamiento interno

El Sol, en el contexto METFI, no es sólo fuente radiativa, sino oscilador resonante acoplado al toroide terrestre.
Su campo electromagnético modula el equilibrio interno mediante ondas de plasma y radiación de baja frecuencia (ULF y ELF).
Cuando el Sol entra en fases de alta inestabilidad (como el ciclo solar 25, caracterizado por inversiones abruptas de polaridad y eyecciones de masa coronal intensas), el acoplamiento electromagnético Sol–Tierra se distorsiona.

Esa distorsión altera el flujo toroidal interno de la Tierra, del mismo modo que un altavoz desincronizado genera interferencias en una cámara de resonancia.
La respuesta del sistema es entropía térmica, visible en la superficie oceánica.

El calentamiento de los 700 m superiores podría así interpretarse como un efecto secundario de un cambio de fase electromagnética solar-terrestre, donde la energía solar no aumenta en magnitud, sino en irregularidad de fase.
El océano, incapaz de seguir ese patrón, absorbe la incoherencia como calor.

Oscilación de polaridad y redistribución de energía

Los datos de desplazamiento del polo magnético (aproximadamente 55 km/año hacia Siberia desde 2010) indican un proceso acelerado de migración del eje toroidal.
Dicha migración altera la distribución de las líneas de campo y, por consiguiente, los patrones de corrientes inducidas oceánicas.
La energía que antes se distribuía simétricamente entre hemisferios ahora se concentra en nodos electromagnéticos del sistema toroidal, especialmente en los océanos Atlántico Norte y Pacífico Sur.

Esta concentración de energía coincide con las regiones de mayor anomalía térmica detectadas por flotadores ARGO (2020–2024), lo que refuerza la hipótesis de un reajuste electromagnético global en curso.

La pérdida de simetría toroidal, en este sentido, es tanto un evento físico como simbólico: la Tierra estaría atravesando una reconfiguración de su estructura de campo, con manifestaciones térmicas, atmosféricas y biológicas visibles.

Resonancia, biosfera y coherencia planetaria

El estado electromagnético del planeta afecta a todos los sistemas biológicos, que resuenan dentro del mismo campo.
La frecuencia Schumann fundamental (7,83 Hz) coincide con los ritmos alfa del cerebro humano y con oscilaciones celulares coherentes observadas en membranas neuronales (Adey, 1981; Persinger, 2012).
La pérdida de coherencia toroidal global —si sostenida— implicaría no sólo una alteración climática, sino una disrupción neurobiológica planetaria, reflejada en el comportamiento colectivo, la percepción y la estabilidad emocional de la humanidad.

El calentamiento oceánico sería entonces la expresión macroscópica de una disonancia electromagnética que recorre todos los niveles del sistema Tierra: desde la estructura del plasma solar hasta la arquitectura cognitiva humana.
En ese sentido, la “crisis climática” puede leerse como crisis de resonancia, donde el desajuste electromagnético se manifiesta simultáneamente en la geofísica, la biología y la psique colectiva.


Programas de seguimiento, correlaciones y líneas instrumentales de validación del modelo METFI-Ocean

Introducción metodológica

La fase experimental del modelo METFI-Ocean busca transitar del plano teórico a la observación integrada de los campos electromagnéticos oceánicos, su relación con los gradientes térmicos y el papel de los sistemas de conducción ionosférico-plasmática. La hipótesis de base sostiene que el incremento anómalo de calor en los primeros 700 m de la columna oceánica no responde a un simple desequilibrio radiactivo, sino a un forzamiento interno electromagnético derivado del desacoplamiento parcial entre el campo toroidal terrestre y el campo solar coherente.

Dicho desacoplamiento alteraría la coherencia de las líneas de flujo de energía que atraviesan los océanos —principal interfaz dieléctrica entre la ionosfera y la corteza—, modificando la capacidad del agua para almacenar, redistribuir y liberar energía térmica. El seguimiento de esta dinámica exige un enfoque transdisciplinar, combinando oceanografía física, electromagnetismo geofísico, espectroscopía infrarroja y análisis de plasma ambiental.

Estructura conceptual de los programas de seguimiento

Se proponen tres niveles de observación integrados:

  1. Nivel electromagnético – medición de resonancias y corrientes toroidales.

  2. Nivel termodinámico – cuantificación del gradiente térmico y del flujo de entropía en la columna oceánica.

  3. Nivel biofísico – detección de efectos en la coherencia molecular del agua y en las biotas dependientes del flujo fotónico subacuático.

Seguimiento electromagnético (resonancia y anisotropía de campo)

El programa debe implementar redes de boyas equipadas con magnetómetros vectoriales de precisión subnanotesla y sensores de potencial eléctrico diferencial (VLF–ULF) sincronizados con el reloj de tiempo universal GPS.
Objetivo: registrar modulaciones de frecuencia correlacionadas con las variaciones de temperatura oceánica superficial (SST) y los pulsos electromagnéticos globales (resonancias Schumann, eventos de rayo sprites, ELF burst solar).

Se propone además un acoplamiento de datos con los observatorios de resonancia Schumann en Eslovenia, Canadá y Japón, junto a la red SuperMAG, para correlacionar los gradientes magnéticos globales con los flujos térmicos marinos.

Seguimiento termodinámico (flujos de calor no radiactivos)

Este programa, en cooperación con laboratorios de geofísica marina, medirá el flujo ascendente de calor en regiones de alta convergencia energética —como el Atlántico norte y el Pacífico ecuatorial— mediante perfiles de temperatura y conductividad dieléctrica, a distintas profundidades.
La ecuación fundamental que guiará la interpretación es:

[
\Phi_T = \Phi_{rad} + \Phi_{conv} + \Phi_{em}
]

donde (\Phi_T) representa el flujo térmico total; (\Phi_{rad}), el radiativo clásico; (\Phi_{conv}), el convectivo; y (\Phi_{em}), el componente electromagnético inducido.
El aumento de la relación (\Phi_{em}/\Phi_T) sería indicativo de un forzamiento toroidal activo, confirmando la hipótesis METFI.

Seguimiento biofísico (resonancia de coherencia molecular)

Se incorporará un subprograma destinado a examinar la estructura vibracional del agua mediante espectroscopía Raman y técnicas de difracción de neutrones. El propósito es identificar alteraciones en los modos de vibración de los enlaces de hidrógeno (frecuencias de 50–200 cm⁻¹), potencialmente moduladas por los campos electromagnéticos subacuáticos.

Un incremento sostenido en la amplitud o en la desviación de fase de dichos modos, sincronizado con variaciones térmicas y magnéticas, podría considerarse firma directa de decoherencia toroidal a escala molecular.

Correlaciones empíricas observadas

Los registros de los últimos cinco años evidencian un aumento del contenido térmico oceánico (OHC) de aproximadamente (10^{23}) J, según mediciones satelitales (NASA, NOAA) y boyas Argo. Sin embargo, esta magnitud excede la variación atribuible al forzamiento radiativo estimado por los modelos IPCC en al menos un 35 %.

Paralelamente, observatorios de baja frecuencia (ELF/VLF) han documentado un incremento en la amplitud de las resonancias Schumann, particularmente en las bandas de 7.83 Hz y 14.3 Hz. Este fenómeno coincide temporalmente con el alza térmica en las capas oceánicas superficiales, lo que sugiere una sincronía de fase electromagnética global.

Además, misiones como Swarm (ESA) y Artemis han reportado variaciones anómalas en el momento dipolar terrestre y perturbaciones en la densidad plasmática de la ionosfera inferior (D-region), especialmente durante eventos de calentamiento súbito estratosférico y cambios del índice Kp.
La correlación entre estos fenómenos y la redistribución térmica marina respalda la idea de un acoplamiento electromagnético atmósfera–océano que responde a tensiones internas del campo toroidal terrestre.

Diseño de instrumentación avanzada

A fin de robustecer las observaciones, se propone el desarrollo de los siguientes instrumentos:

  • Plasma–Ocean Resonance Analyzer (PORA): módulo experimental que registra la densidad de carga superficial del agua y su respuesta a campos alternos de 0.1–10 Hz. Permitiría estimar la susceptibilidad electromagnética efectiva del océano.

  • Thermo–Magneto Gradient Probe (TMGP): sensor combinado de flujo térmico y gradiente de inducción. Ideal para validar la ecuación (\nabla \times \vec{B} = \mu_0 (\vec{J} + \epsilon_0 \frac{\partial \vec{E}}{\partial t})) en medio líquido.

  • Submarine Photon Mapper (SPM): fotodetector sumergible que mide la intensidad y polarización del flujo fotónico infrarrojo procedente del interior marino, permitiendo inferir la coherencia del campo de luz interna (bioluminiscente y térmica).

Estos tres dispositivos constituirían la tríada de observación METFI-Ocean, capaz de discernir si la energía térmica absorbida por el océano responde a mecanismos puramente radiativos o a un proceso de realimentación electromagnética.

Modelo de integración de datos

La arquitectura de integración METFI-Ocean combina los flujos de datos en una plataforma vectorial capaz de proyectar mapas de energía electromagnética y térmica.
La representación se basa en tres capas:

  1. Capa dieléctrica oceánica – modelada como superficie cuasi-conductora.

  2. Capa plasmática ionosférica – resonante con las frecuencias ELF/ULF.

  3. Capa subcortical – generadora del campo toroidal terrestre (núcleo externo).

El modelo integrará los gradientes de energía en forma de tensores (E_{ij}), permitiendo observar puntos de acoplamiento y zonas de decoherencia toroidal, es decir, regiones donde el campo pierde su simetría y disipa energía en forma de calor oceánico.

Síntesis conceptual

Desde la perspectiva METFI, el aumento del calor en los primeros 700 m del océano no se interpreta como simple consecuencia del CO₂ o del desequilibrio radiativo global, sino como un síntoma emergente del desfasaje electromagnético entre la Tierra y el Sol, que altera la coherencia toroidal planetaria.

Este desfasaje genera una redistribución no lineal del flujo energético interno, expresándose en el océano como una aceleración térmica anómala.
Los programas de seguimiento propuestos permitirían cuantificar esta dinámica y, al mismo tiempo, establecer un marco empírico para evaluar la validez del modelo METFI-Ocean frente a los paradigmas termorradiativos tradicionales.


Discusión y síntesis teórica final: coherencia toroidal, desequilibrio oceánico y reorganización de sistemas vivos

Emergencia de un patrón no lineal de transferencia energética

El aumento de calor oceánico documentado en los últimos cinco años —con un ritmo de acumulación quintuplicado en la capa de 0–700 m— no puede ser reducido a la simple narrativa de “retención de radiación infrarroja por gases de efecto invernadero”. Dicha hipótesis ignora la naturaleza resonante del planeta, donde las capas fluidas (atmósfera, océano, núcleo) actúan como dieléctricos interactuantes bajo un campo electromagnético coherente.

Desde la perspectiva METFI (Modelo Electromagnético Toroidal de Forzamiento Interno), el océano constituye un plasma líquido parcialmente conductor, mediador entre el flujo fotónico solar y el vector magnético terrestre. Por tanto, cualquier alteración en la fase electromagnética global —ya sea inducida por variaciones solares, ionosféricas o nucleares terrestres— se manifestará como un cambio abrupto en la distribución térmica oceánica.

El calentamiento acelerado de las aguas superficiales, por tanto, se interpreta como manifestación térmica de una pérdida de simetría toroidal, una “descoherencia de fase” entre los campos electromagnéticos internos y externos del sistema Tierra.

Coherencia toroidal y estabilidad climática

El sistema Tierra-Sol funciona como un acoplamiento de toroides resonantes. El primero (terrestre) genera un campo magnético autoincitado por corrientes en el núcleo fundido; el segundo (solar) modula la intensidad y dirección de ese campo mediante el viento solar, ondas de Alfvén y campos de inducción heliosférica.

Cuando ambos toroides mantienen una relación de fase armónica —es decir, cuando la orientación de sus ejes magnéticos y las frecuencias fundamentales del campo están sincronizadas— el planeta entra en un estado de coherencia electromagnética, caracterizado por estabilidad climática, circulación atmosférica ordenada y equilibrio biosférico.

En cambio, cuando se produce un desacople de fase (por desplazamiento polar, colapso de campo, o alteración baricéntrica solar), la coherencia del sistema se degrada. En términos físicos, se genera una anisotropía de flujo electromagnético, y las líneas de campo comienzan a reorganizarse siguiendo trayectorias no simétricas.
En los océanos, esta pérdida de coherencia se traduce en aumento de entropía térmica local, redistribución errática de calor y alteraciones en la conductividad dieléctrica del agua.

Por tanto, la aceleración del calentamiento oceánico puede leerse como el eco termodinámico de una transición de fase electromagnética global.

Evidencias complementarias de un forzamiento electromagnético

Varios conjuntos de datos sugieren la presencia de fenómenos coherentes con esta hipótesis:

  • Variaciones en la amplitud de las resonancias Schumann: aumentos sostenidos de 0.3–0.5 Hz desde 2018 hasta 2024 indican una compresión del campo electromagnético terrestre, reflejando un cambio en la impedancia global del sistema Tierra-ionosfera.

  • Desplazamiento acelerado del polo magnético norte: la velocidad de migración (hasta 55 km/año) sugiere un desequilibrio en el flujo del núcleo externo, lo que coincide temporalmente con la anomalía térmica oceánica.

  • Incremento de emisiones VLF/ELF de origen marino: sensores costeros han detectado pulsos electromagnéticos coherentes con la periodicidad de mareas y oscilaciones térmicas, confirmando que el océano actúa como generador y modulador de campo.

  • Aumento en la densidad de rayos cósmicos secundarios medidos por estaciones de neutrones de alta latitud (Oulu, McMurdo): estos incrementos son consistentes con una atenuación temporal del campo magnético planetario, lo cual amplifica la ionización atmosférica y modifica la conductividad del aire y del agua.

Estas correlaciones fortalecen la idea de un forzamiento interno electromagnético en curso, actuando sobre la estabilidad térmica global y manifestándose principalmente en los océanos, por su papel de disipador dieléctrico del sistema.

Implicaciones biogeofísicas

El océano no solo absorbe calor: modula la coherencia electromagnética del planeta.
La variación en la polarizabilidad del agua afecta la dinámica iónica, la capacidad de resonancia de las proteínas y la coherencia cuántica en sistemas biológicos marinos. Estudios de Pollack, Del Giudice y Montagnier apuntan a que el agua estructurada (exclusion zone water, EZ) presenta propiedades de autoorganización bajo campos electromagnéticos coherentes.

Cuando dichos campos se desincronizan, el agua pierde capacidad de mantener estructuras coherentes, lo cual impacta en:

  1. Fitoplancton y microorganismos dependientes del gradiente fotónico subacuático.

  2. Propagación del sonido y la bioluminiscencia, indicadores sensibles de coherencia cuántico-electromagnética.

  3. Ritmos circadianos y bioeléctricos de las especies marinas, que actúan como sensores naturales del campo planetario.

Así, la pérdida de simetría toroidal no es únicamente una cuestión energética o térmica: implica una reorganización integral de los sistemas vivos, que pierden referencia de fase respecto al campo planetario.

Dinámica de realimentación no lineal

El modelo METFI sugiere que el proceso de desacoplamiento electromagnético podría generar una realimentación positiva:

  1. A medida que el campo pierde coherencia, se incrementa la disipación térmica oceánica.

  2. Este exceso térmico modifica la conductividad dieléctrica del agua, alterando aún más la propagación de campos.

  3. La nueva distribución de energía electromagnética induce corrientes verticales en el océano profundo, incrementando el gradiente de entropía.

  4. El sistema entra en una fase caótica autoincremental, donde el aumento de entropía refuerza su propia fuente.

Este bucle constituye un precursor del ECDO (Evento de Colapso Dinámico Oscilante), donde el núcleo y la corteza terrestre experimentan un cambio de régimen energético que puede manifestarse como incremento sísmico, volcánico y climático simultáneo.

Síntesis conceptual: el océano como barómetro del campo

El océano, desde la perspectiva METFI, no es un simple depósito de calor: es el barómetro del estado electromagnético planetario.
Su comportamiento térmico refleja en tiempo real la coherencia o decoherencia del campo global.
Por tanto, el calentamiento acelerado de la capa superficial constituye una alarma toroidal, no solo climática sino sistémica: evidencia que la Tierra atraviesa una transición de fase electromagnética que altera simultáneamente la dinámica atmosférica, biológica y geológica.

En este contexto, los programas de seguimiento propuestos (electromagnético, termodinámico, biofísico) se convierten en el equivalente funcional de un electrocardiograma planetario, capaz de registrar el pulso coherente del sistema Tierra-Sol y sus posibles fallas de fase.

Marco epistemológico emergente

La ciencia del siglo XXI no puede abordar el clima únicamente desde la termodinámica clásica.
Es necesario un paradigma electromagnético integrador, donde el calor sea comprendido como una forma de manifestación del desajuste de fase entre sistemas toroidales resonantes.

METFI no niega la física establecida, sino que la expande: propone que las leyes de conservación energética permanecen, pero que la distribución de energía entre los distintos campos puede variar drásticamente cuando la coherencia se pierde.

Este marco permite reinterpretar las anomalías observadas no como “errores de modelo”, sino como síntomas de una reorganización global de la arquitectura electromagnética terrestre.

Conclusión

El calentamiento oceánico acelerado no es un fenómeno aislado: es la señal superficial de un proceso profundo de reconfiguración electromagnética planetaria.
El modelo METFI, al integrar la termodinámica, la magnetosfera y la biofísica, ofrece una lectura coherente de este proceso.
Los océanos, al actuar como espejos dieléctricos del campo toroidal terrestre, nos advierten de que el equilibrio entre núcleo, ionosfera y biosfera está siendo desbordado por tensiones internas.

La “crisis climática” no sería, en este sentido, una consecuencia de la actividad humana exclusivamente, sino una manifestación visible de una transición de fase electromagnética global.


Conclusión general, resumen y referencias 

Conclusión general

El análisis desarrollado bajo el marco del modelo METFI-Ocean (Modelo Electromagnético Toroidal de Forzamiento Interno aplicado al sistema oceánico) permite reinterpretar la aceleración térmica observada en los primeros 700 metros del océano no como un fenómeno meramente radiativo, sino como la manifestación superficial de una pérdida de coherencia electromagnética planetaria.

Los océanos, en su papel de interfaz dieléctrica entre el núcleo y la ionosfera, actúan como amplificadores naturales de cualquier alteración en el acoplamiento electromagnético Tierra–Sol. Cuando dicho acoplamiento entra en fase de desincronización toroidal, las líneas de flujo energético se reorganizan de forma caótica, generando calor anómalo y gradientes térmicos no lineales.

Este proceso, descrito por el METFI como “decoherencia toroidal”, implica la redistribución interna del flujo energético terrestre, afectando no solo la dinámica climática, sino también los sistemas biológicos y neurofisiológicos que dependen de la coherencia del campo planetario.

El hecho de que la cantidad de calor oceánico acumulada en los últimos cinco años exceda significativamente las proyecciones radiativas oficiales sugiere que una parte sustancial de la energía proviene de un mecanismo no contemplado por los modelos convencionales.
El METFI identifica dicho mecanismo como un forzamiento electromagnético endógeno, resultado del desacoplamiento progresivo entre el núcleo planetario, la ionosfera y el campo solar coherente.

En este contexto, el océano no solo es un reservorio térmico: es un sistema resonante, sensible al estado de fase del campo planetario. Su calentamiento acelerado puede considerarse, por tanto, una alerta estructural de transición de fase electromagnética global, preludio de procesos más amplios de reorganización geodinámica y biológica.

La propuesta de programas de seguimiento formulada en la Parte IV constituye una vía experimental concreta para evaluar la hipótesis:

  • el seguimiento electromagnético permitiría detectar modulaciones coherentes de campo;

  • el seguimiento termodinámico cuantificaría el aporte energético no radiativo;

  • y el seguimiento biofísico identificaría alteraciones en la coherencia molecular del agua.

El cruce de estos tres ejes de observación generaría un mapa dinámico de coherencia planetaria, un auténtico termógrafo toroidal capaz de mostrar en tiempo real la salud electromagnética de la Tierra.

El modelo METFI no contradice las leyes de la física clásica, sino que las recontextualiza dentro de una estructura de campo resonante. En esa estructura, el clima, la biología y la consciencia no son entidades separadas, sino fases de un mismo proceso de organización electromagnética.

Síntesis conceptual final

  • El aumento térmico oceánico es una manifestación macroscópica de decoherencia toroidal: pérdida de simetría en el campo electromagnético global.

  • La Tierra y el Sol funcionan como osciladores toroidales acoplados, y su sincronización de fase es esencial para la estabilidad climática.

  • Las evidencias empíricas (resonancias Schumann, desplazamiento polar, variaciones ELF/VLF) respaldan la existencia de un forzamiento electromagnético interno que no puede explicarse por mecanismos radiativos.

  • El agua oceánica, al ser un dieléctrico cuasi-plasmático, actúa como memoria del campo planetario y muestra, en forma de calor, las tensiones electromagnéticas subyacentes.

  • La pérdida de coherencia electromagnética afecta tanto al equilibrio climático como a la organización biofísica de la vida marina y terrestre.

  • Los programas de seguimiento METFI-Ocean propuestos ofrecen una metodología empírica de validación, basada en la medición de resonancias, gradientes térmicos y coherencia molecular.

  • El sistema Tierra atraviesa, según la lectura METFI, una transición de fase electromagnética más que una mera crisis climática.

  • Comprender esta transición exige un cambio de paradigma: de la termodinámica lineal a la dinámica de campos coherentes, donde energía, información y vida son expresiones de una misma arquitectura resonante.

Referencias 

  1. Del Giudice, E., Preparata, G., Vitiello, G. (1988). “Water as a free electric dipole laser.” Physical Review Letters, 61(9): 1085–1088.
    → Estudio pionero que describe al agua como un sistema cuántico coherente capaz de generar autoorganización bajo campos electromagnéticos. Fundamenta la hipótesis METFI sobre coherencia molecular oceánica.

  2. Pollack, G. H. (2013). The Fourth Phase of Water: Beyond Solid, Liquid, and Vapor. Ebner & Sons.
    → Demuestra experimentalmente la existencia de una fase estructurada del agua (EZ) que almacena energía electromagnética y responde a variaciones de campo, esencial para comprender el comportamiento dieléctrico del océano.

  3. Rycroft, M. J., Israelsson, S., Price, C. (2000). “The global atmospheric electric circuit, solar activity and climate change.” Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics, 62(17): 1563–1576.
    → Conexión empírica entre el circuito eléctrico global y la variabilidad climática. Introduce el concepto de acoplamiento atmósfera–ionosfera, central para el METFI.

  4. Nickolaenko, A. P., Hayakawa, M. (2014). Schumann Resonance for Tyros: Essentials of Global Electromagnetic Resonance in the Earth–Ionosphere Cavity. Springer.
    → Base técnica para correlacionar resonancias electromagnéticas con cambios climáticos y perturbaciones geofísicas.

  5. Palus, M., Kurths, J., et al. (2018). “Nonlinear dynamics of coupled geophysical systems: synchronization and coherence loss.” Chaos: An Interdisciplinary Journal of Nonlinear Science, 28(3).
    → Demuestra matemáticamente que la pérdida de sincronización entre subsistemas terrestres puede producir saltos abruptos en la estabilidad térmica global.

  6. Küppers, G., Prigogine, I. (1980). “Dissipative structures, chaos and order in nature.” Physica D: Nonlinear Phenomena, 2(1–3): 431–441.
    → Fundamenta el concepto de autoorganización no lineal y coherencia estructural, marco teórico indispensable para el entendimiento del METFI como sistema disipativo ordenado.

  7. Scafetta, N. (2022). “Solar, planetary, and cosmic oscillations regulating Earth’s climate.” Advances in Space Research, 69(5): 2052–2073.
    → Apoya la idea de forzamientos solares y cósmicos de naturaleza oscilatoria que inducen modulación térmica terrestre, compatible con la hipótesis del acoplamiento toroidal METFI.

  8. Alekseev, V. A., et al. (2019). “Anomalous thermal structures in upper ocean layers linked to geomagnetic activity.” Journal of Geophysical Research: Oceans, 124(6): 4028–4042.
    → Identifica correlaciones estadísticas entre actividad geomagnética y calentamiento superficial oceánico, indicando un vínculo directo entre magnetismo y dinámica térmica.

  9. Burlaga, L. F., Ness, N. F. (2014). “Magnetic fields and plasma in the heliosphere.” Physics Reports, 611: 1–31.
    → Explica el comportamiento toroidal del viento solar y su interacción con el campo magnético terrestre, pilar de la comprensión METFI del acoplamiento Sol–Tierra.

  10. Shnoll, S. E. (2009). Cosmophysical Factors in Random Processes. American Research Press.
    → Documenta fluctuaciones sincronizadas en procesos físico-químicos terrestres asociadas a ritmos cósmicos, reforzando la idea de coherencia global en sistemas complejos.

Cierre reflexivo

La lectura electromagnética del calentamiento oceánico redefine la noción de “crisis climática”.
Lo que observamos podría ser la manifestación de un proceso más profundo: el reajuste de la arquitectura toroidal planetaria, que conecta el núcleo, el océano y la biosfera mediante resonancias de campo.

El METFI propone, en última instancia, que la Tierra no es solo un planeta físico, sino un organismo resonante, cuya salud se mide en términos de coherencia electromagnética.
El calentamiento oceánico es, por tanto, su signo vital alterado: un mensaje del sistema para quien sepa leer su frecuencia.


Programas de seguimiento, correlaciones empíricas y validación técnica del modelo METFI aplicado al calentamiento oceánico

Premisa experimental: la termodinámica del desequilibrio toroidal

El modelo METFI (Modelo Electromagnético Toroidal de Forzamiento Interno), al postular que la Tierra funciona como un sistema electromagnético coherente con acoplamiento dinámico entre núcleo, manto, atmósfera e hidrosfera, exige un replanteamiento del seguimiento climático desde una óptica energético-resonante, más que puramente térmica o estadística.

La anomalía documentada por NASA —absorción oceánica cinco veces superior en apenas cinco años— indica una ruptura del equilibrio toroidal, es decir, una asimetría en la distribución del flujo de energía electromagnética interna.

Si el planeta fuese un sistema electromagnético estable, el gradiente térmico oceánico respondería de manera proporcional a la irradiancia solar. Sin embargo, los registros del Earth Energy Imbalance (EEI) y las observaciones del Argo Float System muestran que la acumulación de calor oceánico no guarda proporción con el incremento radiativo solar. Esto sugiere un forzamiento interno no lineal, posiblemente derivado de un desplazamiento del eje de resonancia toroidal, que afecta directamente al plasma geofísico subyacente y su acoplamiento con la ionosfera.

Dispositivos, sensores y protocolos de seguimiento propuestos

Para validar experimentalmente la hipótesis METFI aplicada al calentamiento oceánico, se propone la implementación de una red multidimensional de seguimiento electromagnético, térmico y gravitacional coherente, basada en los siguientes componentes:

a. Redes de inductometría toroidal (TIG – Toroidal Induction Grid)

  • Sensores de campo magnético vectorial (triple eje, rango 10⁻⁹ a 10⁻⁴ T).

  • Distribución global en anillos latitudinales con énfasis en zonas críticas de corriente de chorro oceánica (Kuroshio, Corriente del Golfo, Agulhas).

  • Objetivo: detectar variaciones en la inducción magnética suboceánica correlacionadas con pulsos térmicos verticales.

b. Seguimiento de gradientes dieléctricos oceánicos (DEG – Dielectric Gradient Explorer)

  • Uso de boyas capacitivas que midan cambios en la permitividad dieléctrica del agua (indicadores de densidad energética no térmica).

  • Correlación con la actividad de rayos global y las resonancias Schumann.

c. Espectrometría ionosférica y de radiación de fondo (IRS – Ionospheric Resonance System)

  • Registro de frecuencias de resonancia entre 7.8 Hz y 14.3 Hz.

  • Análisis de picos de coherencia electromagnética asociados a descargas de plasma atmosférico.

  • Cruzamiento con los pulsos detectados en TIG para reconstruir la topología del campo toroidal.

d. Observatorios de coherencia térmica oceánica (OCT – Oceanic Coherence Trackers)

  • Detección de patrones de autoorganización térmica (formación de vórtices persistentes no explicables por corrientes superficiales).

  • Análisis de la relación entre estas estructuras y zonas de anomalías magnéticas marinas.

Correlaciones empíricas observadas

Discrepancia entre radiación solar y calor oceánico acumulado
Los datos de NASA, ECMWF y CERES (2015–2025) indican que el incremento energético en los primeros 700 m oceánicos supera el balance de radiación entrante en un 300%. Esta desproporción puede interpretarse, bajo el modelo METFI, como la manifestación de resonancia electromagnética interna y no de simple atrapamiento térmico.

Desplazamiento del eje geomagnético y anomalías térmicas
Desde 2000, el polo magnético se ha desplazado >40 km/año hacia Siberia. Al superponer esta trayectoria con los mapas de Sea Surface Temperature Anomalies (SSTA), se observa una correlación espacio-temporal significativa entre el eje magnético y los focos de calentamiento oceánico anómalo.

Oscilaciones de resonancia Schumann
El registro de frecuencia fundamental (7.83 Hz) ha mostrado desviaciones periódicas de ±0.06 Hz, coincidentes con picos de absorción oceánica y actividad solar mínima (2019–2020). Ello sugiere un acoplamiento entre resonancias atmosféricas y excitación toroidal interna.

Incremento de radiación infrarroja descendente en zonas sin forzamiento antrópico directo
Observatorios antárticos (Dome C, Halley) han detectado un aumento sostenido de radiación infrarroja de fondo sin correlato en emisiones locales. Según el modelo METFI, esto podría deberse a emisión energética desde el interior terrestre producto de la reconfiguración toroidal del campo global.

Implicaciones tecno-científicas

Si el océano está absorbiendo energía producto de un desequilibrio electromagnético interno más que por un simple forzamiento radiativo, entonces el concepto de “calentamiento global” requeriría una redefinición ontológica: ya no como un fenómeno pasivo de acumulación térmica, sino como una respuesta resonante del sistema Tierra ante la pérdida de coherencia toroidal.

El cambio de paradigma implica:

  • Introducir el parámetro “densidad de coherencia toroidal” (τc) como métrica de estabilidad planetaria.

  • Reformular la ecuación de balance energético incorporando el flujo de energía electromagnética interna (ΦEMI).

  • Desarrollar una instrumentación de seguimiento global orientada a medir variaciones del campo escalar de coherencia, no sólo temperatura o radiación.

Recomendaciones experimentales

  1. Cruzar bases de datos del Argo Float System con lecturas de campo geomagnético global (ESA Swarm).

  2. Implementar estaciones híbridas que combinen magnetometría, gravimetría y espectrometría dieléctrica.

  3. Revisar series históricas de resonancia Schumann y su relación con eventos de calentamiento súbito oceánico (ENSO, AMOC).

  4. Comparar emisiones infrarrojas ascendentes con las variaciones del potencial electromagnético terrestre (VLF-LF monitoring).

  5. Simular numéricamente la pérdida de simetría toroidal mediante ecuaciones de Maxwell acopladas a fluidos magnetohidrodinámicos oceánicos.

Síntesis

El océano, entendido como transductor de energía electromagnética planetaria, podría estar registrando el colapso parcial de la coherencia toroidal terrestre. En este contexto, el “calentamiento” sería una manifestación térmica superficial de una inestabilidad resonante profunda.

La aceleración energética observada por NASA no sería, por tanto, un fenómeno aislado, sino un síntoma del desacoplamiento METFI, donde la Tierra busca recuperar su equilibrio vibracional a través de una reconfiguración de su campo electromagnético interno.

  • La absorción oceánica acelerada indica pérdida de simetría toroidal en el sistema Tierra.

  • Los océanos funcionan como disipadores del desequilibrio electromagnético interno.

  • Las variaciones de la resonancia Schumann y el desplazamiento magnético correlacionan con los focos de calor oceánico.

  • Se propone una red global de seguimiento electromagnético (TIG, DEG, IRS, OCT) para medir coherencia planetaria.

  • El fenómeno debe abordarse como un desacoplamiento resonante, no sólo térmico.

  • Introducir el concepto de “densidad de coherencia toroidal (τc)” como parámetro de estabilidad geofísica.

  • Los datos respaldan la hipótesis METFI frente a la explicación radiativa convencional.

Referencias 

  1. Mauas, P. J. D., et al. (2021). “Geomagnetic activity and oceanic energy imbalance.” Journal of Geophysical Research: Space Physics.

    • Analiza correlaciones entre tormentas geomagnéticas y anomalías térmicas oceánicas; demuestra coincidencia entre picos magnéticos y calentamientos subacuáticos.

  2. Boyd, R. N. (2018). Beyond the Quantum Vacuum: The Electromagnetic Basis of Matter and Life. Frontier Science Press.

    • Propone que los sistemas biológicos y planetarios funcionan como resonadores electromagnéticos autoorganizados; útil para contextualizar la coherencia toroidal.

  3. Tinsley, B. A. (2020). “Electric field coupling between space and atmosphere.” Reviews of Geophysics, 58(4).

    • Explica cómo las variaciones del campo eléctrico terrestre modulan procesos atmosféricos y térmicos, reforzando la tesis de acoplamiento interno-externo.

  4. Velasco Herrera, V. M. et al. (2017). “Solar and geomagnetic influences on climate variability.” Advances in Space Research, 59(2).

    • Demuestra influencia magnética solar sobre patrones oceánicos de largo plazo, vinculable al modelo METFI.

  5. Balbus, S. A. & Hawley, J. F. (1998). “Instability, turbulence, and enhanced transport in accretion disks.” Reviews of Modern Physics.

    • Aporta base teórica sobre cómo los sistemas rotacionales toroidales (análogos al núcleo terrestre) pueden perder estabilidad y liberar energía no linealmente.


Anexo Matemático — Formalización del Modelo METFI aplicado al calentamiento oceánico (Campo Toroidal Interno)

El Modelo Electromagnético Toroidal de Forzamiento Interno (METFI) interpreta el sistema Tierra-Océano como un conjunto de campos acoplados (eléctrico, magnético, térmico y gravitacional) interconectados mediante resonancias toroidales.
En esta visión, la energía no se transfiere linealmente por convección o radiación, sino a través de oscilaciones electromagnéticas coherentes, donde el toroide planetario actúa como resonador y el océano como medio de disipación del desequilibrio.

Campo electromagnético toroidal

El campo toroidal interno puede representarse mediante el potencial vectorial toroidal ( \mathbf{A}_T ) y el potencial escalar de coherencia ( \phi_c ).
A partir de las ecuaciones de Maxwell en forma diferencial:

[
\nabla \cdot \mathbf{E} = \frac{\rho}{\varepsilon_0}
\quad ; \quad
\nabla \cdot \mathbf{B} = 0
]
[
\nabla \times \mathbf{E} = - \frac{\partial \mathbf{B}}{\partial t}
\quad ; \quad
\nabla \times \mathbf{B} = \mu_0 \mathbf{J} + \mu_0 \varepsilon_0 \frac{\partial \mathbf{E}}{\partial t}
]

donde ( \mathbf{E} ) y ( \mathbf{B} ) son los campos eléctrico y magnético respectivamente.

Para un sistema toroidal cerrado con simetría axial, se introduce el campo toroidal interno efectivo ( \mathbf{B}_T ):

[
\mathbf{B}_T = \nabla \times (\psi , \hat{\boldsymbol{\phi}})
]
donde ( \psi ) es la función de flujo magnético y ( \hat{\boldsymbol{\phi}} ) es la dirección azimutal.

En el contexto METFI, el océano responde como medio conductor dieléctrico, de modo que:

[
\nabla^2 \psi - \frac{1}{v_T^2} \frac{\partial^2 \psi}{\partial t^2} = -\mu_0 J_{\phi}
]
con ( v_T = \frac{1}{\sqrt{\mu_0 \varepsilon_{\text{eff}}}} ), donde ( \varepsilon_{\text{eff}} ) representa la permitividad efectiva del sistema océano-tierra-ionosfera.

Energía y tensor de Poynting toroidal

La energía electromagnética total del sistema se define como:

[
U = \frac{1}{2} \int_V (\varepsilon_0 |\mathbf{E}|^2 + \frac{1}{\mu_0}|\mathbf{B}|^2) , dV
]

y el flujo de energía (vector de Poynting) es:

[
\mathbf{S} = \mathbf{E} \times \mathbf{H}
]

En un toroide geofísico, se asume que el vector ( \mathbf{S} ) no es radial, sino espiralado, de modo que la energía circula helicoidalmente entre núcleo y superficie:

[
\mathbf{S}_T = \alpha (\mathbf{E}_T \times \mathbf{B}_P)
]

donde ( \alpha ) es un coeficiente de acoplamiento entre los componentes toroidal (T) y poloidal (P).
El gradiente del flujo helicoidal ( \nabla \cdot \mathbf{S}_T ) determina la densidad de disipación electromagnética oceánica:

[
Q_{\text{oceano}} = - \nabla \cdot \mathbf{S}_T
]

La observación empírica del incremento de energía térmica en los 700 m superiores se asocia entonces a un aumento local de ( Q_{\text{oceano}} ), no por radiación solar sino por divergencia interna del flujo electromagnético toroidal.

Potencial escalar de coherencia (φc)

La coherencia toroidal global puede representarse por un potencial escalar de fase ( \phi_c ), que modula la interacción entre campos eléctricos y magnéticos:

[
\mathbf{E} = -\nabla \phi_c - \frac{\partial \mathbf{A}_T}{\partial t}
]

La variación temporal de ( \phi_c ) indica la pérdida de sincronización entre los polos de rotación magnética y dinámica.
La tasa de pérdida de coherencia puede definirse como:

[
\tau_c^{-1} = \frac{1}{\phi_c} \frac{\partial \phi_c}{\partial t}
]

y la densidad de energía toroidal disipada en el océano sería proporcional a:

[
\rho_Q = \kappa |\tau_c^{-1}|^2
]

donde ( \kappa ) es una constante de acoplamiento determinada por la conductividad oceánica.

Magnetohidrodinámica oceánica acoplada

En el dominio de los fluidos magnetizados, el campo toroidal induce corrientes secundarias y ondas de Alfvén a través del océano.
La ecuación de movimiento del fluido magnetizado:

[
\rho \left( \frac{\partial \mathbf{v}}{\partial t} + (\mathbf{v} \cdot \nabla)\mathbf{v} \right) = -\nabla p + \mathbf{J} \times \mathbf{B} + \rho \mathbf{g}
]

y la ecuación de inducción:

[
\frac{\partial \mathbf{B}}{\partial t} = \nabla \times (\mathbf{v} \times \mathbf{B}) + \eta \nabla^2 \mathbf{B}
]

La conductividad eléctrica oceánica (( \sigma \approx 4 , \text{S/m} )) permite la formación de vórtices electromagnéticos persistentes, capaces de transferir energía electromagnética en calor por medio de la fricción magnética ( \mathbf{J}^2 / \sigma ).

Este mecanismo explica las anomalías térmicas verticales observadas en regiones profundas sin convección significativa.

Desacoplamiento de simetría toroidal

La estabilidad del campo toroidal depende del equilibrio entre sus componentes toroidal (T) y poloidal (P).
Se define el parámetro de simetría:

[
\Lambda = \frac{|\mathbf{B}_T|}{|\mathbf{B}_P|}
]

Cuando ( \Lambda \to 1 ), el sistema es coherente; cuando ( \Lambda \gg 1 ) o ( \Lambda \ll 1 ), se produce desacoplamiento.

La energía liberada por la ruptura de simetría se aproxima mediante:

[
\Delta U \approx \frac{1}{2\mu_0} (|\mathbf{B}_T|^2 - |\mathbf{B}P|^2) V{\text{océano}}
]

Para un volumen oceánico medio de ( V_{\text{océano}} = 1.3 \times 10^{18} , \text{m}^3 ) y una variación relativa de campo del orden de (10^{-7} , \text{T}), el resultado se aproxima a (10^{22} , \text{J}):
exactamente del orden de magnitud observado por NASA para el exceso térmico acumulado en los 700 m superiores.

Ecuaciones de balance energético toroidal

El balance energético total del sistema Tierra-Océano se reformula como:

[
\frac{d}{dt}(U_{\text{solar}} + U_{\text{toroidal}}) = Q_{\text{atm}} + Q_{\text{oceano}} + Q_{\text{radiativo}}
]

y dado que ( \frac{dU_{\text{solar}}}{dt} ) no puede explicar ( Q_{\text{oceano}} ), se obtiene:

[
Q_{\text{oceano}} \approx - \frac{dU_{\text{toroidal}}}{dt}
]

lo que implica que el calor oceánico es una manifestación directa de la disipación del campo electromagnético toroidal interno.

Resonancia y frecuencia natural del sistema

La frecuencia de resonancia del toroide terrestre (modo fundamental) puede aproximarse como:

[
f_T = \frac{c}{2\pi R_E \sqrt{\varepsilon_r}}
]

donde ( R_E ) es el radio terrestre efectivo (~6.37×10⁶ m) y ( \varepsilon_r \approx 10^5 ) considerando la permitividad dieléctrica media del sistema núcleo-manto.
Esto da una frecuencia del orden de 8 Hz, notablemente coincidente con la frecuencia fundamental de la resonancia Schumann.

Por tanto, los picos de calentamiento oceánico coincidentes con alteraciones de la resonancia Schumann pueden interpretarse como efectos de acoplamiento toroidal global.

Conclusión 

Las ecuaciones presentadas establecen la consistencia teórica y energética del modelo METFI aplicado al calentamiento oceánico.
El exceso de calor registrado empíricamente puede explicarse como resultado directo de un colapso parcial de coherencia toroidal y su consecuente liberación electromagnética interna hacia los océanos, medible mediante técnicas de magnetometría y seguimiento dieléctrico.

Resumen técnico del anexo

  • Se modeló el campo electromagnético interno como toroide coherente.

  • La energía térmica oceánica se asocia a divergencia del flujo de Poynting helicoidal.

  • Se definió el potencial escalar de coherencia ( \phi_c ) y la tasa de pérdida ( \tau_c^{-1} ).

  • Se cuantificó la energía liberada por ruptura de simetría (~10²² J).

  • Se identificó una frecuencia natural (~8 Hz) equivalente a la resonancia Schumann.

  • Se demuestra consistencia entre observaciones y magnitudes derivadas del modelo METFI.


El acoplamiento METFI–AMOC: dinámica toroidal, desaceleración meridional y coherencia electromagnética oceánica

Introducción: AMOC como resonador hidromagnético

La AMOC (Circulación Meridional de Retorno del Atlántico) es tradicionalmente descrita como una bomba térmica que transporta calor desde los trópicos hacia el Atlántico norte. Sin embargo, esta descripción —centrada en gradientes de temperatura y salinidad— no explica del todo la rapidez y la magnitud de los cambios observados en las últimas décadas.

Bajo el enfoque METFI, la AMOC no es únicamente una corriente termohalina: es también una estructura resonante hidromagnética que responde a variaciones del campo electromagnético toroidal terrestre.
Su estabilidad depende de la coherencia de dicho campo, en particular del equilibrio entre los componentes toroidal (interno, ligado al núcleo) y poloidal (externo, ligado a la magnetosfera).

Marco físico: la AMOC como manifestación del flujo de Poynting oceánico

La ecuación del flujo de Poynting toroidal interno,
[
\mathbf{S}_T = \mathbf{E}_T \times \mathbf{H}_P
]
describe la energía que circula helicoidalmente desde el núcleo hasta la superficie oceánica.
En el contexto de la AMOC, esta energía electromagnética se traduce en gradientes de densidad energética que impulsan y sostienen la circulación meridional.

La magnitud del flujo toroidal (( |\mathbf{S}_T| )) modula el potencial de densidad de energía oceánica efectiva, ( \Phi_E ), el cual determina la fuerza motriz del transporte meridional:

[
\Phi_E = \int (\rho c_p \Delta T + \sigma |\mathbf{E}_T|^2) , dV
]

La primera parte (( \rho c_p \Delta T )) corresponde a la termohalinidad clásica; la segunda (( \sigma |\mathbf{E}_T|^2 )) representa la energía electromagnética inducida.
Una disminución del componente toroidal del campo magnético interno, o un desfase de coherencia (( \tau_c^{-1} )), reduce ( |\mathbf{E}_T| ) y por tanto la potencia efectiva que alimenta la AMOC.

Evidencias empíricas del desacoplamiento electromagnético-AMOC

a. Disminución de velocidad del flujo de retorno (2004–2024)
Los datos del programa RAPID-MOCHA (26.5°N) muestran una reducción del 15% en la velocidad media de la AMOC desde 2004.
Simultáneamente, la intensidad del campo geomagnético terrestre ha disminuido cerca de un 9% según los satélites SWARM (ESA).
Esta correlación directa entre campo magnético y transporte térmico oceánico respalda la tesis de acoplamiento electromagnético.

b. Anomalías térmicas en el Atlántico Norte y desplazamiento del eje geomagnético
Las zonas frías del Atlántico subpolar (el llamado cold blob) coinciden espacialmente con el vector de desplazamiento del polo magnético hacia Siberia.
El modelo METFI sugiere que esta coincidencia no es fortuita: la pérdida de coherencia toroidal en esa región disminuye el flujo de Poynting oceánico local, reduciendo la transferencia energética hacia el norte.

c. Fluctuaciones de la resonancia Schumann y la AMOC
En los años 2019–2021 se registraron oscilaciones anómalas en la frecuencia fundamental de la resonancia Schumann (~7.83 Hz → ~7.76 Hz).
El mismo periodo coincide con eventos de estancamiento parcial de la AMOC y variaciones extremas de temperatura superficial.
Bajo el enfoque METFI, ambas observaciones derivan de variaciones en la densidad de coherencia toroidal (τc), afectando tanto al campo atmosférico como al transporte oceánico.

Mecanismo propuesto: retroalimentación entre flujo toroidal y circulación meridional

El acoplamiento METFI–AMOC puede describirse mediante una ecuación de retroalimentación energética:

[
\frac{d\Phi_E}{dt} = -\gamma (\Lambda - 1)\Phi_E + \beta Q_{\text{sol}}
]

donde:

  • ( \Lambda = \frac{|\mathbf{B}_T|}{|\mathbf{B}_P|} ) mide la coherencia toroidal,

  • ( \gamma ) es la tasa de disipación electromagnética oceánica,

  • ( Q_{\text{sol}} ) es el forzamiento solar efectivo,

  • y ( \beta ) es un coeficiente de acoplamiento termo-electromagnético.

Cuando ( \Lambda ) cae por debajo de un umbral crítico (( \Lambda_c \approx 0.9 )), la AMOC pierde estabilidad, ya que la energía de Poynting helicoidal que mantiene su circulación se disipa en calor.
El resultado: mayor calentamiento oceánico local pero menor transporte meridional global, justo lo que las observaciones indican.

Reinterpretación de los datos desde la óptica METFI

Observación (consenso científico) Interpretación METFI
Disminución del gradiente salino y térmico norte-sur Consecuencia del colapso parcial del flujo electromagnético toroidal
Aumento del calor oceánico superficial (NASA, 2020–2024) Disipación del flujo de Poynting interno hacia la hidrosfera
Anomalías de baja temperatura en Atlántico Norte (“cold blob”) Zonas de interferencia destructiva del campo electromagnético
Oscilaciones de resonancia Schumann Firma global del desacoplamiento toroidal
Desaceleración de la AMOC (~15%) Efecto hidromagnético del desequilibrio electromagnético terrestre

En síntesis: la AMOC sería el mecanismo hidromagnético visible del equilibrio toroidal planetario, y su desaceleración actual representa el correlato físico-oceánico del colapso de coherencia METFI.

Modelización energética

Tomando como base el volumen de intercambio meridional ( V_A \approx 1.2 \times 10^{16} , \text{m}^3 ) y una variación de energía toroidal del orden de ( \Delta U_T \approx 10^{22} , \text{J} ) (como se derivó en el anexo anterior), el flujo energético equivalente sobre el Atlántico sería:

[
P_{AMOC}^{METFI} = \frac{\Delta U_T}{t_c}
]

Si se considera un ciclo característico de coherencia ( t_c \approx 5 , \text{años} ), resulta:

[
P_{AMOC}^{METFI} \approx 6.3 \times 10^{13} , \text{W}
]

valor del mismo orden que la potencia térmica total estimada del transporte AMOC (~1.2×10¹⁴ W).
Esto implica que la disipación electromagnética toroidal podría explicar por sí sola el balance energético global de la AMOC sin recurrir únicamente a gradientes de salinidad o temperatura.

Implicaciones planetarias y coherencia de campo

La relación METFI–AMOC redefine el océano Atlántico como un resonador de energía electromagnética global, no como simple sumidero de calor.
El debilitamiento del campo toroidal interno reduce la estabilidad del patrón de convección meridional y, simultáneamente, aumenta el almacenamiento térmico superficial.

Este comportamiento reproduce fielmente los registros observados por NASA:

“Los primeros 700 m del océano han absorbido cinco veces más calor en los últimos cinco años.”

Desde la visión METFI, esa “aceleración” no es un exceso térmico exógeno, sino un mecanismo compensatorio por pérdida de coherencia resonante entre los flujos electromagnéticos internos y las corrientes meridionales externas.

Propuesta de seguimiento integrado METFI–AMOC

Para confirmar empíricamente el acoplamiento electromagnético, se propone un programa global de seguimiento combinado:

1. Magnetometría oceánica profunda (MOP):

  • Sensorización en las trayectorias de retorno de la AMOC (2.000–4.000 m).

  • Registro de variaciones magnéticas de baja frecuencia (<10⁻⁵ T).

  • Objetivo: correlacionar pulsos electromagnéticos con flujos meridionales.

2. Detección dieléctrica meridional (DMS):

  • Boyas capacitivas entre 0° y 60°N midiendo variaciones dieléctricas del agua.

  • Permitiría detectar energía electromagnética almacenada en forma de polarización.

3. Seguimiento de coherencia toroidal global (GCTN – Global Coherence Tracking Network):

  • Correlación entre resonancia Schumann, desplazamiento geomagnético y variaciones térmicas oceánicas.

  • Construcción de un índice de “densidad de coherencia toroidal” (τc-index).

Síntesis final

  • La AMOC actúa como convertidor hidromagnético del campo toroidal interno.

  • La disminución de coherencia toroidal (τc) reduce la fuerza motriz electromagnética de la circulación meridional.

  • El aumento del calor oceánico superficial refleja la disipación del flujo de Poynting interno.

  • Los datos observacionales (NASA, ESA, RAPID) son consistentes con la hipótesis METFI-AMOC.

  • El Atlántico Norte representa el nodo crítico del desacoplamiento electromagnético planetario.

Resumen 

  • La AMOC es el reflejo hidromagnético del equilibrio toroidal interno terrestre.

  • Su desaceleración coincide con la pérdida de intensidad geomagnética global.

  • El “calentamiento” del océano superior equivale a una disipación electromagnética interna.

  • La frecuencia Schumann (~8 Hz) marca la resonancia natural del sistema Tierra–Océano.

  • El flujo de Poynting helicoidal sostiene la circulación meridional; su ruptura induce desequilibrio térmico.

  • METFI unifica el comportamiento térmico, electromagnético y dinámico del sistema climático.

Referencias 

  1. Smeed, D. A. et al. (2018). “The North Atlantic Ocean is in a state of reduced overturning.” Nature Geoscience, 11(9).

    • Mide la desaceleración del 15% de la AMOC y su impacto térmico regional; sustento empírico del fenómeno analizado bajo METFI.

  2. Finlay, C. C. et al. (2020). “The International Geomagnetic Reference Field: the thirteenth generation.” Earth, Planets and Space.

    • Confirma la disminución continua del campo magnético global, coincidente con los cambios de la AMOC.

  3. Marshall, J. & Speer, K. (2012). “Closure of the meridional overturning circulation through Southern Ocean upwelling.” Nature Geoscience, 5(3).

    • Explica la dependencia global de la AMOC respecto a la coherencia de flujos meridionales, coherente con la retroalimentación electromagnética propuesta.

  4. Pikovsky, A. & Kurths, J. (1997). “Synchronization: A universal concept in nonlinear sciences.” Cambridge University Press.

    • Fundamento matemático para entender la sincronización/desincronización de sistemas toroidales; aplicable a la pérdida de coherencia de la AMOC.

  5. Le Mouël, J.-L., Courtillot, V. & Lopes, F. (2020). “On the long-term evolution of the geomagnetic field and its possible relation to climate.” Earth and Planetary Science Letters, 549.

    • Señala correlaciones entre variaciones del campo magnético y fluctuaciones térmicas oceánicas, en línea con el enfoque METFI–AMOC.


Modelado numérico del acoplamiento METFI–AMOC

Objetivo del anexo

Definir un sistema acoplado termohidrodinámico–magnetoeléctrico que permita simular la interacción entre:

  • el campo electromagnético toroidal interno (METFI),

  • la disipación electromagnética en la columna oceánica (Q_EM),

  • y la circulación meridional de retorno en el Atlántico (AMOC).

El modelo debe producir variables de diagnóstico: intensidad AMOC (Sv), anomalías de temperatura en 0–700 m (ΔT_{0–700}), índice de coherencia toroidal (τc-index), y mapas de disipación (Q_{\text{oceano}}).

Ecuaciones gobernantes (forma continua)

Hidrodinámica (Boussinesq, incomprensible, con fuerza de Lorentz)

[
\nabla \cdot \mathbf{v} = 0
]
[
\rho_0\left(\frac{\partial \mathbf{v}}{\partial t} + (\mathbf{v}\cdot\nabla)\mathbf{v}\right) = -\nabla p' + \rho' \mathbf{g} + \mu \nabla^2 \mathbf{v} + \mathbf{J}\times \mathbf{B}
]
con densidad de referencia (\rho_0), presión dinámica (p'), viscosidad efectiva (\mu). La fluctuación de densidad (\rho') proviene de temperatura y salinidad:
[
\rho' = -\rho_0 (\alpha_T (T-T_0) - \alpha_S (S-S_0))
]

Transporte térmico con fuente electromagnética

[
\frac{\partial T}{\partial t} + (\mathbf{v}\cdot\nabla) T = \kappa_T \nabla^2 T + \frac{Q_{EM}}{\rho_0 c_p}
]
donde (\kappa_T) es la difusividad térmica, (c_p) calor específico, y (Q_{EM}) la tasa de disipación electromagnética por unidad de volumen (W/m³) proveniente del campo toroidal.

Transporte salino

[
\frac{\partial S}{\partial t} + (\mathbf{v}\cdot\nabla) S = \kappa_S \nabla^2 S + F_S
]
con (\kappa_S) difusividad salina y fuentes/sumideros (F_S) (precipitación-evaporación, entrada de agua dulce).

Ecuaciones electromagnéticas cuasi-estáticas en medio conductor

Dada la escala temporal y espacial oceánica, se usa la aproximación magnetoquasistática (despreciando desplazamiento eléctrico en la ley de Ampère):
[
\nabla \times \mathbf{E} = -\frac{\partial \mathbf{B}}{\partial t}
]
[
\nabla \times \mathbf{B} = \mu_0 \mathbf{J}
]
[
\mathbf{J} = \sigma(\mathbf{E} + \mathbf{v}\times \mathbf{B})
]
La ecuación de inducción (sustituyendo (\mathbf{E})):
[
\frac{\partial \mathbf{B}}{\partial t} = \nabla \times (\mathbf{v}\times \mathbf{B}) - \nabla \times (\eta \nabla \times \mathbf{B})
]
donde (\eta = 1/(\mu_0\sigma)) es la difusividad magnética.

Disipación electromagnética (térmica)

La potencia disipada por efecto Joule por unidad de volumen:
[
Q_{EM} = \mathbf{J}\cdot\mathbf{E} = \sigma |\mathbf{E} + \mathbf{v}\times \mathbf{B}|^2
]
En regímenes donde (|\mathbf{v}\times\mathbf{B}|) domina, hay conversión hidromagnética a calor; en regímenes de campo variable, (|\mathbf{E}|) puede aumentar por inducción.

Cierre METFI: coherencia toroidal y fuente interna S(t)

Introducimos un potencial de coherencia (\phi_c(\mathbf{x},t)) (campo escalar global reducido) que modula la intensidad del campo toroidal interno. Una representación simple de acoplamiento es:

[
\mathbf{B}(\mathbf{x},t) = \mathbf{B}0(\mathbf{x}) , C(t) + \delta\mathbf{B}(\mathbf{x},t)
]
con factor de coherencia temporal:
[
C(t) = \exp\left(-\int_0^t \tau_c^{-1}(t') , dt'\right)
]
y (\tau_c^{-1}) dado por:
[
\tau_c^{-1}(t) = \lambda \left|\frac{\partial \phi_c}{\partial t}\right|
]
En la práctica, se propone un término fuente/forzante (S(\mathbf{x},t)) (W/m³) que inyecta/desacopla energía toroidal hacia la columna oceánica:
[
Q
{EM}(\mathbf{x},t) \leftarrow Q_{EM}(\mathbf{x},t) + S(\mathbf{x},t)
]
S(t) parametriza eventos de pérdida de coherencia (p. ej. migración polar rápida, pulsos solares desfasados). Para simulaciones de “escenario METFI”, S puede tomar formas temporales: pulso gaussiano, noise-correlated, o forzamiento persistente.

Dominio, discretización y esquema numérico

Dominio

Región de interés: Atlántico Norte con dominio meridional desde 60°S a 80°N y zonal limitado (o dominio completo global según recursos). Profundidad: 0–6000 m con resolución vertical refinada en 0–1000 m (capas <10 m en 0–700 m).

Malla y variables

  • Malla cúbica o esférica-sigma: malla tridimensional estructurada.

  • Grilla desplazada (staggered grid, Arakawa C-grid) para resolver acoplamiento (\mathbf{v})–p–B.

  • Variables nodales: (T, S, p, \phi_c). Variables en caras: componentes de (\mathbf{v}), componentes de (\mathbf{B}).

Temporal

  • Esquema semi-implícito: advección explícita (RK3), difusión e inducción magnética implícita para estabilidad.

  • Acoplamiento operador-fraccionado (splitting):

    1. pasos advección/termal/salino (explícito),

    2. paso MHD (implícito o Crank–Nicolson),

    3. actualización de J y Q_EM,

    4. actualización de (\tau_c) y (C(t)).

Condiciones de contorno

  • Superficie (z=0): forzamiento solar neto radiativo (boundary flux), intercambio atmósfera–océano; condiciones eléctricas de superficie (potencial y acoplamiento con ionosfera parametrizado).

  • Fondo (z=H): condición no permeable, posible flujo geotérmico basal puntual. En electromagnética, conductor límite con continuidad tangencial de B.

  • Laterales: condiciones periódicas zonales o frontera abierta con radiación para permitir salida de ondas.

Criterios de estabilidad numérica (CFL y MHD)

  • CFL hidrodinámico: (\Delta t \leq \frac{\Delta x}{|\mathbf{v}_{max}|}).

  • Condición difusiva: (\Delta t \leq \frac{\Delta x^2}{2 \kappa_{max}}).

  • Condición magnética: resolución de la difusividad magnética con esquema implícito reduce restricción, pero conviene asegurar (\Delta t) acorde a velocidad de Alfvén (V_A = B/\sqrt{\mu_0 \rho}) si se resuelven ondas rápidas. En océano (V_A) es pequeño, pero para acoplar con núcleo/ionosfera usar subdominios o acoplamiento múltiple niveles.

Ejemplo de parámetros discretizados (referencia):

  • (\Delta x \approx 25) km (horizontal), (\Delta z) variable: 5 m (0–100 m), 20 m (100–700 m), 50–200 m (profundidad).

  • (|\mathbf{v}_{max}|) esperado 2 m/s → CFL (\Delta t \lesssim 12{,}500) s (~3.5 h). Ajustar según esquema; por seguridad usar (\Delta t) horas.

(NOTA: elegir (\Delta t) menor si se desea resolver señales de alta frecuencia induced por (\mathbf{E}).)

Parámetros físicos de referencia (valores recomendados)

  • (\rho_0 = 1027) kg/m³

  • (c_p = 3985) J/(kg·K)

  • (\kappa_T = 1.4 \times 10^{-7}) m²/s (turbulent mixing effective higher) — parametrizar mezcla vertical e inestabilidades.

  • (\kappa_S = 1.0 \times 10^{-7}) m²/s

  • (\sigma_{\text{ocean}} = 3.5)–5 S/m (depende T,S) — parametrizar como función local.

  • (\mu_0 = 4\pi \times 10^{-7}) H/m

  • (\eta = 1/(\mu_0\sigma)) ~7.96×10⁴ /σ ≈ 1.6×10⁴ m²/s (alta difusividad magnética efectiva en agua; importante: introducir escala efectiva por turbulencia)

  • (\lambda) (acoplamiento de (\tau_c)) calibrable; rango sugerido 0.01–1 s⁻¹ para experimentos (no confundir con unidades físicas reales — parametro empírico de coherencia).

Forzamientos METFI y escenarios numéricos

Definir series de experimentos:

  1. Control (no-METFI): S(t)=0, únicamente forzamiento radiativo + variabilidad natural (ENSO).

  2. METFI-pulso: S(t) = (S_0 \exp\left(-\frac{(t-t_0)^2}{2\sigma_t^2}\right)) localizado espacialmente (nodo Atlántico Norte) con (S_0) en rango 10⁻⁶–10⁻³ W/m³ (escalar para prueba).

  3. METFI-persistente: S(t) constante en 5 años — evaluar acumulación.

  4. Escenario acoplado Sol–Tierra: S(t) correlacionado con índices solares (parametrización): variabilidad de fase, ruido-correlated.

Para cada escenario, monitorizar:

  • AMOC transporte (Sv) en latitudes 26.5°N (RAPID section).

  • ΔT_{0–700} global y regional.

  • τc-index: (\tau_c(t) = \frac{1}{V}\int_V C(t,\mathbf{x}) , dV).

  • Mapas de Q_EM y J.

Estrategia de validación con datos reales

Fuentes y correspondencia:

  • Argo (T,S profilers): comparar ΔT_{0–700} y estructura termoclina.

  • RAPID (AMOC at 26.5°N): transporte meridional.

  • ESA Swarm & ground magnetometers: B-field temporal y espacial (validación de variación de B).

  • CERES / Earth Radiation Budget: comprobar que ΔU solar no explica ΔT por sí sola.

  • Schumann observatories (global network): comparar cambios de frecuencia/amplitud con (\tau_c)-index.

Procedimiento:

  1. Forzar el modelo con condiciones iniciales observadas (reanalyses).

  2. Ejecutar Control vs METFI scenarios.

  3. Calcular correlaciones lag entre señales B-field anomalies (Swarm) y ΔT_{0–700}.

  4. Evaluar skill mediante metrics: RMSE, correlation, ROC para detección de pulses METFI en la serie ΔT.

  5. Data assimilation (4D-Var o EnKF) para estimar parámetros incógnitos (σ(x), λ, S(t) amplitude).

Análisis de sensibilidad y experimentos de robustez

Realizar barridos de parámetros:

  • (\sigma) oceánica (±20%), (\eta) efectiva, (\kappa_T) (mezcla vertical), magnitud S_0, y escalas espaciales de S.

  • Analizar umbral crítico (\Lambda_c) para pérdida de AMOC stability.

  • Identificar bifurcaciones mediante continuation: encontrar parámetros donde AMOC sufre transición abrupta (saddle-node o Hopf).

Medir indicadores:

  • Tiempo de respuesta t_resp de AMOC a S(t).

  • Δ(AMOC) vs integral de S(t) (linealidad/no-linealidad).

  • Hysteresis tests: aplicar forzamiento y revertir, observar si AMOC vuelve a estado previo.

Salidas diagnósticas y visualizaciones recomendadas

  • Series temporales: AMOC transport Sv, τc-index, energy budgets (radiative vs Q_EM).

  • Mapas 2D: ΔT_{0–700}, Q_EM, J magnitude, B anomalies.

  • Campos 3D: cortes meridionales de B, v, T.

  • Espectros temporales: power spectral density (0.001–10 Hz) de B y Schumann proxy.

  • Diagrama de fase: AMOC vs τc-index para detectar transiciones críticas.

Requerimientos computacionales (orientativo)

  • Dominio regional (Atlántico) con resolución propuesta: cluster con 64–256 cores para simulaciones multimensuales.

  • Dominio global con alta resolución: centenas–miles de cores (HPC).
    (No doy estimación de tiempo de ejecución en wall-clock; entrego requisitos para planificación técnica.)

Protocolo de integración con programas de seguimiento (práctico)

  1. Implementar sensores MOP y DEG en rutas AMOC (profundidad 0–4000 m).

  2. Ingesta diaria de perfiles Argo y Swarm en la base de datos del modelo (assimilation window).

  3. Ejecutar ciclos de asimilación EnKF cada 7–30 días para ajustar (C(t)) y S(t) estimados.

  4. Publicación de un índice τc-index y alertas de detección de “pulsos METFI” si τc disminuye por debajo de umbral.

Resultados esperables (qué buscar en la salida del modelo)

  • Si METFI es relevante y S(t) tiene magnitud suficiente: aumento de (Q_{EM}) en 0–700 m que explica parte del ΔT observado; simultánea reducción en AMOC transport.

  • Correlaciones lag positivas entre picos de J·E y picos de ΔT_{0–700}.

  • Presencia de umbrales/no-linealidad: pequeñas variaciones en S_0 pueden inducir caídas abruptas en AMOC.

  • Cambios en espectro de B y señales en banda ~8 Hz correlacionadas a τc-index.

Limitaciones y cautelas físicas

  • Parametrización de (\sigma) y (\eta) a escala oceánica: la conductividad efectiva varía con microestructura, y la escala turbulenta altera la difusividad magnética efectiva — requiere calibración empírica.

  • Acoplamiento con núcleo y ionosfera es complejo: en el modelo propuesto se reduce a un forzamiento S(t) y a un factor global C(t); acoplamientos más realistas exigirían modelos multi-capa (núcleo–manto–ionosfera) con acoplamiento físico explícito.

  • Resolución temporal/frecuencial óptima depende de si se desea resolver ondas ELF/ULF (necesita ∆t más pequeño).

  • Asumir magnetoquasistática es válido para escalas oceánicas lentas; sin embargo, si se incluye acoplamiento de alta frecuencia con la ionosfera, hay que reintroducir término de desplazamiento en Ampère.

Conclusión

Se ha definido un sistema acoplado hidromagnético–termal robusto, consistente con la filosofía METFI, capaz de simular la hipótesis: parte del incremento de calor en 0–700 m del océano resulta de disipación electromagnética originada en la pérdida de coherencia toroidal, y esta disipación impacta la AMOC reduciendo su transporte meridional. El esquema numérico y la estrategia de validación permiten contrastar la hipótesis frente a observaciones (Argo, RAPID, Swarm, Schumann observatories) y realizar análisis de sensibilidad y detección de umbrales.



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