METFI (Modelo Electromagnético Toroidal de Forzamiento Interno) y «Shedding and odors around vaccinated people and crowds».
Abstract
Este artículo propone una articulación entre la hipótesis del METFI (sistema Tierra considerado como un modelo electromagnético toroidal con forzamientos internos) y fenómenos como el “shedding” olfativo alrededor de personas vacunadas. Se explora la posibilidad de que los cuerpos humanos, bajo ciertas condiciones (por ejemplo, presencia de nanomateriales o estructuras resonantes internas), actúen como emisores secundarios de campos electromagnéticos complejos — no solo en el dominio clásico (EM) sino también en dominios escalares o de “impronta de fase”. Se plantea que la percepción olfativa en estos casos no correspondería a moléculas volátiles, sino a “firmas de campo-ondas” acopladas al sistema sensorial humano (olfato, canales iónicos, criptocromos, campo toroidal cerebral). Se discuten correlatos neurobiológicos (redes cerebrales, exosomas, campos toroidales), implicaciones genético-bioinformáticas y propuestas de “programas de seguimiento” para mediciones experimentales coherentes. Se concluye con un resumen y puntos clave para avanzar en un marco de investigación interdisciplinaria.
Palabras clave: METFI, forzamiento interno, campo toroidal, scalar imprinting, electrosensibilidad, redes cerebrales, exosomas, seguimiento experimental.
Introducción
La premisa central del METFI consiste en concebir el sistema Tierra (incluyendo su núcleo, manto, atmósfera e ionosfera) como un dispositivo electromagnético toroidal con dinámicas internas de acoplo entre corrientes, campos magnéticos y movimientos de masa. En tal visión, los organismos vivos — especialmente los humanos, dotados de conductividad corporal, estructuras anisotrópicas, redes iónicas y arquitectura bioinformática — pueden involucrarse en acoplamientos resonantes con esas dinámicas deleterias o moduladas del sistema Tierra.
Desde este paradigma, fenómenos como el “shedding olfativo” o las percepciones de olores metálicos en proximidad a individuos vacunados podrían re-interpretarse no como emisiones moleculares clásicas, sino como improntas de campo, distorsiones escalares o perturbaciones de fase que interfieren con la matriz electromagnética local — perturbaciones codificadas que se “escapan” del campo interno corporal y modulan el entorno.
El objetivo de este artículo es esbozar un puente teórico entre esa premisa y elementos del texto de PenguinIA (electrosensibilidad, percepción olfativa no química, criptocromos, resonancia de fase), articularlo con conceptos de neurobiología avanzada (campos toroidales cerebrales, exosomas, redes neuronales), genética como arquitectura informativa y plantear propuestas de seguimiento experimental para validar o refutar hipótesis asociadas.
Electrosensory Perception humana: bases físicas y fisiológicas
Estado del arte en electrosensibilidad y críticas
En la literatura neurofísica y de salud pública, el fenómeno denominado “electrosensibilidad” o electromagnetic hypersensitivity (EHS / IEI-EMF) se refiere a una condición en que individuos reportan síntomas atribuibles a campos electromagnéticos ambientales, tales como dolores de cabeza, fatiga, alteraciones del sueño, molestias cutáneas y otros. Sin embargo, los estudios controlados generalmente no han logrado demostrar correlaciones robustas con exposición de campo por encima del sesgo nocebo o psicológico. (BioMed Central)
La revisión crítica de Dieudonné (2020) concluye que ninguna de las hipótesis — ni la hipótesis electromagnética pura, ni la hipótesis cognitiva (nocebo), ni la hipótesis atributiva (re-asignación de síntomas existenciales) — proporciona una explicación totalmente satisfactoria. (BioMed Central)
No obstante, cabe observar que el rechazo generalizado de la hipótesis electromagnética se basa en estudios que no contemplan estructuras internas exóticas (como nanomateriales resonantes) ni acoplamientos escalares o de fase que podrían escapar a mediciones convencionales.
El modelo del METFI introduce una extensión: la posibilidad de que los campos internos humanos se acoplen al entorno toroidal terrestre y generen emisiones de impronta de fase o distorsiones escalares que no se detectan con sensores convencionales (porque no son emisiones electromagnéticas clásicas).
Canales iónicos, criptocromos y receptor olfativo sensible al campo
Para que una percepción electrosensorial ocurra, se requiere que algún componente fisiológico se comporte como receptor no lineal del campo. Algunas vías plausibles:
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Canales iónicos en la piel o glándulas sudoríparas — ciertas exposiciones electromagnéticas modulan conductancias iónicas en células epidérmicas o glándulas (estudios en bioelectromagnetismo han investigado modulaciones de canales iónicos por campos ELF). (CENABI)
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Criptocromos — proteínas sensibles a la luz presentes en el ojo y otros tejidos; en animales migratorios participan en la detección del campo magnético (reacción radical libre dependiente de luz). Un mecanismo análogo podría, en humanos, mediar una transducción del campo a señales bioquímicas sutiles capaces de generar “impresión” en los receptores sensoriales.
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Receptores olfativos modulados por campos eléctricos de fase — se hipotetiza que ciertos receptores olfativos no simplemente responden a moléculas volátiles, sino también a distorsiones del potencial eléctrico local en la mucosa nasal (por ejemplo, “firmas de densidad de carga”).
La combinación de estas vías sugiere que un individuo podría “olfatear campo” en vez de moléculas. En ese marco, un “olor” metálico o de ozono podría ser la traducción perceptiva simbólica de una distorsión de fase o de carga local.
Imprinting escalar o de fase: fundamentos conceptuales
La noción de imprinting escalar — en que una señal de campo (longitudinal, no hertziana) transporta información de fase, densidad de carga o coherencia — fue perseguida por teóricos como Tesla, Rife o Schauberger. Si bien no tiene respaldo firme en la física estándar, el modelo especulativo del METFI sugiere que:
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Ciertos sistemas internos humanos (por ejemplo, estructuras con nano-adición de grafeno o partículas magnéticas de resonancia interna) pueden modular su campo electromagnético intrínseco en modo fase-coherente.
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Esa modulación puede “irradiar” no en modo transversal clásico, sino como distorsión de fase (onda longitudinal escalar) acoplada al entorno (aire ionizado, plasma celular, matrices dieléctricas).
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La “firma” de ese campo distorsionado puede inducir un efecto local sobre la carga del aire (iones, densidad de campo local) que modula la conductancia nasal y desencadena percepción.
Desde esa óptica, la afirmación de PenguinIA:
“Smells coming from closed cars … it’s not physical particles—but field imprints, scalar impressions, or charge-bound information.”
encaja con esta hipótesis extendida: no se trata de volatilidad molecular, sino de una perturbación informativa de fase que interacciona con tu biocampo.
Una posible analogía: en redes de comunicación digital, un “canal subportador” codificado en fase no añade energía significativa, pero lleva información. Aquí, la modulación de fase serviría como canal informativo entre cuerpo y entorno.
Integración con METFI: forzamientos internos, acoplamientos y resonancias
El cuerpo humano como módulo toroidal resonante
Dentro del paradigmático METFI, el organismo humano puede concebirse como un subtoroide resonante dentro del toro mayor (Tierra). Las corrientes iónicas y circulación sanguínea (yona de iones) inducen campos locales, los cuales pueden acoplarse (resonancia) con la dinámica planetaria. En presencia de nanomateriales o estructuras resonantes internas (por ejemplo, grafeno en el contexto de vacunas que contienen nanopartículas), el acoplamiento puede intensificarse.
Este acoplamiento intensificado permite que el cuerpo actúe no solo como receptor pasivo, sino como emisores secundarios con modulaciones de fase “escapables”. La emisión resultante (no puramente electromagnética clásica) podría proyectar perturbaciones al entorno inmediato (aire, humedad, ionosfera local).
Fenómenos tipo “shedding” reinterpretados como reemisión de campo
En el lenguaje habitual del “shedding”, se piensa en aerosoles, emisiones químicas o partículas virales. En este modelo ampliado (“shedding de campo”), proponemos que el cuerpo “descarga” (o reirradia) una firma de campo modulada (densidad de carga, distorsión de fase, coherencia). Esa firma interactúa con el aire circundante (iones libres, moléculas polares) y puede inducir:
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Ionización local (ozono-like, metálico)
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Corrientes residuales en superficies cercanas
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Modulación de potencial en superficies dieléctricas cercanas (paredes del coche, cerramientos).
Ese fenómeno puede dar lugar a percepciones olfativas (metálicas, ozono) sin requerir moléculas volátiles reales, sino perturbaciones de carga local.
Coherencia, resonancia y rejillas planetarias
Desde la perspectiva METFI, la Tierra exhibe rejillas resonantes (Hartmann, Curry, etc.), líneas de flujo, pulso Schumann (≈ 7.83 Hz). Un cuerpo humano que emite una firma de campo modulada puede interactuar con esas rejillas, lo cual puede amplificar la firma cercana y propagarla sobre distancias relativamente mayores.
La frecuencia de referencia de 7.83 Hz (Schumann) podría actuar como modulador o “carrier” de la firma. Las perturbaciones del humano resonante podrían insertarse como sidebands de coherencia en la rejilla terrestre, propagándose más allá del entorno inmediato.
Neurobiología avanzada: redes cerebrales, campos toroidales y exosomas
Redes cerebrales y modulación del campo interno
El cerebro genera actividad eléctrica sincronizada en múltiples bandas (delta, theta, alfa, beta, gamma). Esa actividad genera campos magnéticos débiles (medibles por MEG) y eléctricos locales (registrables por EEG). Ahora bien, si el cerebro posee una estructura de campo toroidal interno, podrían existir modulaciones de fase sutiles sobrepuestas a la actividad clásica.
El fenómeno de magnetophosphenes — percepciones visuales inducidas por campos magnéticos intensos — ha sido explorado mediante EEG denso, revelando que esas percepciones activan vías corticales específicas. (arXiv)
Ese tipo de perceptos inducidos por campo externo sugiere que el sistema nervioso puede interceptar, modular o proyectar firmas electromagnéticas coherentes bajo ciertas condiciones.
Un modelo hipotético: en presencia de una perturbación de campo interno (por efecto de nanopartículas), la red cerebral sincroniza en un modo de “autoemisión de fase” que refuerza la emisión hacia el entorno.
Exosomas como moduladores bioinformáticos del campo
Los exosomas son vesículas extracelulares que transportan ARN, proteínas y señales moleculares entre células. En el modelo ampliado, los exosomas pueden portar microinformación codificada (ARN no codificante, microARNs) que modula la conductividad, la densidad iónica de membranas celulares, su polarización interna y la permittividad dieléctrica local.
Así, los exosomas no sólo mediarían comunicación molecular, sino que también modificarían la arquitectura del medio eléctrico corporal, ajustando la impedancia local del tejido a la fines de optimizar resonancias de fase o emisiones moduladas.
La consecuencia es que el cuerpo se reajusta bioinformáticamente, adaptando su campo “impreso” al entorno, y puede “sintonizar” firmas emisoras que complementan la percepción olfativa de campo.
Genética como arquitectura bioinformática de resonancia
La genética, en esta visión, no es sólo codificación de proteínas, sino la arquitectura de la estructura bioelectromagnética interna. Genes que codifican para canales iónicos, proteínas de membrana, microestructuras de carbono (grafeno, nanopartículas orgánicas), cristales celulares y acículas de magnetita (óxidos magnéticos) definen el perfil de resonancia del cuerpo.
Si algunas vacunas u intervenciones incorporan nanopartículas (por ejemplo grafeno, óxidos metálicos), esas estructuras pueden integrarse en la red biológica y modificar la arquitectura resonante. En consecuencia, el cuerpo podría actuar como un “transductor de fase” adicional al sistema biomagnético natural.
Propuesta de experimentos: programas de seguimiento
Para que esta hipótesis deje de ser mera especulación, es necesario diseñar programas de seguimiento rigurosos que puedan discriminar entre emisión molecular clásica y emisión de firma de campo.
Medición de firma de campo en entorno controlado
Diseño experimental sugerido:
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Sujetos vacunados (o con presunta inclusión de nanopartículas resonantes) permanecen dentro de una cámara hermética con control de aire (sin intercambio externo), con sensores de iones, campo eléctrico, magnetómetro, sensores de fase (interferómetros) y detectores de ozono.
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En ausencia de intercambio molecular, se monitorea variaciones de ionización, distorsión de fase (por sensores de interferometría) y corrientes residuales en superficies del entorno.
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Al mismo tiempo, sujetos sanos (control) en condiciones idénticas.
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Paradoja de doble ciego: ni los sujetos ni los operadores conocen qué cámara contiene al sujeto con “firma” teórica.
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Se realizan bloqueos de campo (jaula de Faraday, blindajes dieléctricos) para ver si la percepción olfativa u otros síntomas se atenúan.
Métricas de interés: fluctuaciones en concentración de iones, ozono, campo de fase (desfase medible), filtrado de frecuencias (bandas de 0.1 a 100 Hz) y correlación con momentos en que sujetos reportan percepción olfativa.
Este experimento permitiría detectar una emisión de impronta de carga/fase incluso en ausencia de moléculas volátiles verificables.
EEG / MEG y correlato de percepción de campo
Simultáneamente, puede realizarse un registro multimodal (EEG denso + magnetometría + sensores de campo local) mientras el sujeto está en proximidad de otro individuo (vacunado o con nanopartículas). Se busca:
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Correlación entre picos de activación cortical (en banda alfa/gamma) y momentos de percepción olfativa reportada
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Registro de perturbaciones magnéticas débiles en proximidad
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Comparación entre condiciones de blindaje (apantallado) y no blindaje
Si se encuentra una sincronía entre modulación de campo local y activación cerebral, apoyaría la idea de que el cerebro no solo recibe, sino que participa en la emisión y detección de firmas de fase.
Experimento con nanopartículas marcadas
Si fuera ético y permitido (con protocolos rigurosos), introducir nanopartículas resonantes (por ejemplo grafeno con etiquetado isotópico) en un modelo biológico (animal de laboratorio), y luego medir emisiones de carga, distorsión de fase y efectos olfativos (o respuestas comportamentales en animales) en condiciones controladas.
El objetivo sería ver si la presencia de nanopartículas altera la capacidad de emisión de firma de campo detectable. Los controles incluirían animales sin nanopartículas, animales con partículas no resonantes, y variaciones de blindaje.
Simulación computacional de acoplamientos METFI-humano
Simular numéricamente el acoplamiento entre un toro terrestre (modelo de forzamiento interno) y un subtoroide humano con parámetros de conductividad, permitividad, dimensiones y estructura nanométrica (incluyendo nanopartículas). La simulación debe estimar amplitudes de perturbación de fase, densidad de energía en el entorno y caídas de potencial en superficies cercanas.
Ese modelo puede generar predicciones cuantificables (orden de magnitud de voltaje residual, densidad iónica induzca, desfases esperados) que luego contrastar con datos experimentales.
Discusión de fortalezas, debilidades y desafíos
Ventajas del enfoque
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Permite interpretar fenómenos anecdóticos (shedding olfativo) desde un marco coherente de acoplamientos campo-vivo.
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Integra múltiples dimensiones: física de campo (METFI), neurobiología, bioinformática genética.
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Abre la puerta a mediciones de firma de campo que escapan al paradigma clásico electromagnético.
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Potencialmente explica por qué muchas mediciones convencionales no han detectado emisiones: no buscan modulación de fase o firmas escalares.
Principales debilidades y objeciones
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La idea de ondas escalares o de fase codificada no está aceptada en la física convencional y carece de base empírica sólida.
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Los efectos predichos podrían ser extremadamente débiles y difíciles de discriminar frente al ruido ambiental.
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Se podría acusar de sesgo de confirmación o interpretación ad hoc si los experimentos no están suficientemente controlados.
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Aspecto ético y regulatorio de introducir nanopartículas en sujetos humanos o animales.
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El modelo exige una estructura resonante interna (nanopartículas) que debe demostrarse en sujetos.
Debate con la posición escéptica
Los críticos señalarán que:
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Muchos estudios controlados no han hallado efectos de exposición a EMF por encima del azar (fail en estudios de provocación).
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Que la hipótesis alternativa debe explicar por qué solo ciertos individuos (“electrosensibles”) perciben estos “sheddings”.
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Que las emisiones de fase no tienen una justificación dentro de la teoría electromagnética estándar.
A esto se debe responder que el modelo no pretende reemplazar la física, sino extenderla en un rango no explorado (coherencia de fase, modulación de carga, acoplamientos escalares) y que el diseño experimental debe ser suficientemente riguroso para discriminar ruido y falsos positivos.
Conclusión
Este artículo ha esbozado una hipótesis integradora que une el paradigma METFI con fenómenos como el “shedding olfativo” alrededor de individuos vacunados, entendidos no como emisiones moleculares sino como firmas de campo moduladas de fase. A partir de una base teórica ampliada (acoplamiento toroidal, resonancia, exosomas, genética bioinformática), se propusieron programas de seguimiento experimental para validar (o falsar) la hipótesis.
Si los experimentos propuestos arrojan resultados positivos, estaríamos ante un nuevo paradigma de interacción cuerpo-entorno, donde los organismos pueden emitir y percibir improntas de campo codificadas. Si no, la hipótesis se descarta o refina.
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El METFI concibe la Tierra como un toro electromagnético con dinámicas internas; organismos humanos pueden acoplarse resonantemente.
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El “shedding olfativo” puede interpretarse como transmisión de firma de campo modulada de fase, no moléculas volátiles.
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Vías fisiológicas plausibles incluyen canales iónicos, criptocromos y receptores olfativos sensibles a carga local.
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El cerebro, a través de redes sincronizadas y campos toroidales, podría participar en la emisión y detección de esas firmas.
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Los exosomas y la arquitectura genética modulan la impedancia interna y permiten ajustes resonantes.
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Se proponen experimentos controlados (medición de firma, EEG/MEG, simulaciones) para validar la hipótesis.
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Las debilidades incluyen la falta de aceptación convencional de ondas escalares, la debilidad de efectos y la necesidad de controles rigurosos.
Si la hipótesis es corroborada, abriría un nuevo paradigma de comunicación biomagnética codificada.
Referencias
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Dieudonné M. (2020). Electromagnetic hypersensitivity: a critical review of explanatory hypotheses. Environmental Health — revisión crítica de las hipótesis electromagnética, cognitiva y atributiva del fenómeno EHS, subrayando que ninguna explica todos los casos. (BioMed Central)
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de Vocht F. (2025). Electrohypersensitivity: what is belief and what is known? — análisis reciente que enfatiza la dificultad de demostrar sensibilidad real por encima del azar en pruebas de provocación. (PMC)
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Hutchison Z.L. et al. (2020). Anthropogenic electromagnetic fields (EMF) influence the sensing of marine species. Nature Scientific Reports — muestra que especies sensibles a campo son claramente afectadas por emisiones antropogénicas, sugiriendo que la percepción de campo no es alienígena. (Nature)
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Modolo J., Hassan M., Legros A. (2018). Reconstruction of brain networks involved in magnetophosphene perception using dense EEG. arXiv — demuestra correlato neural de percepción magnética (magnetophosphenes) en humanos, soporte de integración campo-cerebro. (arXiv)
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Franceschelli S. et al. (2024). Biological effects of magnetic fields emitted by graphene. PMC — investiga efectos de emisiones de grafeno sobre células, lo que refuerza la plausibilidad de que materiales nanoestructurados puedan generar campos biológicamente activos. (PMC)
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